domingo, 18 de marzo de 2012

POLITICA DEL SINTOMA Y POLITICAS DELIRANTES


Recién celebrado el V Centenario de la publicación del Elogio de la locura (1511), de Erasmo, recordemos que fue en esta obra prínceps donde el renacentista planteó que la locura, el grano de locura de cada cual, es parte necesaria, es decir, ineliminable, de nuestra naturaleza y, por tanto, importa saber hacer con él, ya se trate del propio o del ajeno.
Con unas palabras que no dejan de evocarme ciertas resonancias de aquella obra, Jacques Lacan planteó en 1978 que “todo el mundo es loco, es decir, delirante”. Esto sitúa para cada uno que la pulsión siempre encuentra un modo de satisfacerse y que el real implicado en dicha satisfacción singular constituye el núcleo duro de todo síntoma. A la vez, ello erradica toda idea de normalidad, y por tanto de patología. Y compromete necesariamente al psicoanálisis en la vía de la política del síntoma, una política singular que no es para todos.
Toda orientación que, en nombre de cualquier “para todos”, o de un supuesto bien común, no reconozca esta singularidad pulsional que habita en cada uno como resultado del encuentro singular en su historia entre la satisfacción del cuerpo y las marcas de lalengua no puede más que considerarse ilusoria cuando no delirante, en tanto forcluye la dimensión del sujeto así como borra la de su goce.
Y en tanto quiere forzar a entrar en los carriles de lo simbólico lo real que por definición le resiste, tales orientaciones son tributarias del discurso del amo, que Jacques Lacan aisló como el envés del discurso del analista nacido de la invención freudiana.
Tendríamos entonces por un lado la política el síntoma y, por otro, las políticas delirantes que asentándose en el desconocimiento de la pulsión, no hacen sino preparar su desencadenamiento más funesto. 
Así, la política del capitalismo globalizado que, simultáneamente a la “crisis” que nos sacude y precariza, no deja de prometer la felicidad para todos, asegurándonos tener derecho a ella, sin poner ninguna medida desde hace cuatro años para que esta crisis encuentre un término.
Sin duda, las llamadas “ciencias” económicas no son susceptibles de proveer los medios ni incluso de prever estas crisis, que resultan de su invención.
Las técnicas salidas de estas “ciencias” no invaden menos las sociedades civiles, transformando a los ciudadanos en consumidores–productores, como testimonia el mismo lenguaje médico que aprehende al enfermo como un cliente de servicios que son progresivamente privatizados en nombre de la necesaria rentabilidad de servicios antes públicos.
En nombre de la misma rentabilidad, el universal se impone como norma: los usuarios son sometidos por igual a los protocolos y a las leyes del mercado hasta el punto de que los evaluadores solo reconocen como “buenas prácticas” aquellas que se caracterizan por el abandono de toda clínica. Las entidades clínicas son reemplazadas por categorías construidas a partir de medicamentos supuestamente susceptibles de remediar los déficits o trastornos de los que estas prácticas mismas hacen el inventario.
Estos medicamentos se imponen rápidamente a los usuarios a través de recetas financieramente fructuosas emitidas por profesionales formados con rapidez en estas técnicas llamadas educativas, que no son más que condicionamientos donde Skinner repite a Pavlov en programas tan delirantes como peligrosos, en los que no hay lugar ni para el sujeto ni para el acto terapéutico, importando solo la ilusión de un programa lo más perfecto posible.
Desconocer el discurso del analista no le impide existir. Ahora bien, cada uno sabe, desde Freud, que las formaciones del inconsciente, y especialmente los síntomas, expulsados por la puerta retornan abruptamente por la ventana, y que el malestar es intrínseco a la civilización. No se trata por otro lado –señala Lacan-, de que el discurso del analista se vuelva dominante, ya que este discurso excluye la dominación, en otras palabras no enseña nada. No tiene nada de universal, por eso no es materia de enseñanza.
El discurso analítico, que preserva el caso por caso sin renunciar a la formación de los clínicos, ni caer en el mercantilismo tendrá que encontrar cómo sostener un lenguaje que informe a los sujetos de la operatividad de sus efectos, que no prive a nadie de su creatividad propia, ni de su poesía en tanto que ser inmerso en el lenguaje y, por este hecho, marcado irremediablemente por él.

(*) Margarita Álvarez. Editorial de Colofón 32: "Políticas delirantes", boletín de la Federación Internacional de Bibliotecas del Campo Freudiano (FIBOL), Barcelona, marzo 2012.

SUMARIO COLOFÓN 32

Margarita Álvarez. Editorial



POLÍTICAS DELIRANTES

Domenico Cosenza. Notas a propósito de la crisis y de su atravesamiento

Massimo Amato. “Prestar a quien no lo merece”: Del significado metafísico del término subprime

Anne Pigkou. Crisis
Alexandre Stevens. Locura TCC
Judith Miller y Jacqueline Dhéret. Entrevista a Marie-Pierre Jaury, realizadora del documental “La infancia bajo control”

EFECTOS CLÍNICOS
Victoria Vicente. Infancia bajo control
Laure Naveau. Manifiesto por el “fuera de campo”
Adriana Testa. Una pasión humana-demasiado humana: la crueldad
José Ramón Ubieto. Nota sobre el Empowerment
Jesús AmbeL. ¿Conoce usted Souffrances au travail?
Marie-Hélène Doguet-Dziomba. ¿Qué es lo que hace sufrir en el trabajo?
Sagrario Sánchez de Castro. El cuerpo atravesado por la técnica
Jesús Ambel. Identidad del trabajo y management
Alexandre Stevens. La errancia del toxicómano

EL PSICOANÁLISIS EN LA CIUDAD
Laura Rizzo. Amor in translation: El Seminario XX de Jacques Lacan en las Bibliotecas de Roma
Amalia Rodríguez. Coloquio: “Jorge Semprún. El devenir de una voz testimonial”
Miguel Alonso. Los pliegues del sujeto, de Ani Bustamante
María Solita Quijano. Lo que pasa… en el siglo XXI. Control, vigilancia y evaluación: una mirada psicoanalítica
Angels Cabiró. Las distintas versiones del mito de Don Juan. “Don Juan es nadie si no es otro: metonimia de la identidad”
Stephanie Rudeke: La elegancia del erizo, de Mona Achache
Sergio A. del Pino Cardoso. IV Espacio de Cine y Psicoanálisis en Cuba: Psi-Ne
Renato Andrade Cominges. La primera sesión en Lima

LECTURAS CRÍTICAS
Germán García. Treinta años después. Vida de Lacan, de Jacques-Alain Miller
Guy Briole. Vida de Lacan, de Jacques-Alain Miller
José Luis Chacón. Nadie es normal, ni de lejos. A saúde para todos, nao sem a locura de cada um, de VVAA
Esmeralda Miras. Los descarriados. Clínica del extravío mental: Entre la errancia y el yerro, de Emilio Vaschetto
Luis Tudanca. Pharmakon nº 12: “Chifladuras adictivas”, de VVAA
Ana Viganó. Octavio Paz-Tomás Segovia. Correspondencia intermitente. Cartas a Tomás Segovia, de Octavio Paz
Graciel.la Monés. Matemática niebla. Genealogía de la poesía moderna, de VVAA
Paloma Blanco. 84, Charing Cross Road, de H. Hanff

Noticias de las bibliotecas
Directorio de bibliotecas de la FIBOL



miércoles, 14 de marzo de 2012

PUBLICACIÓN DE "OTROS ESCRITOS" DE JACQUES LACAN



Ha sido un honor colaborar en la gran aventura de traducción de los Otros escritos, en concreto haciéndome cargo de la traducción de "Radiofonía". Toda una responsabilidad. 
Me han dicho que he devuelto a la traducción de este escrito su dignidad. Eso me tranquiliza un poco. Aunque no tengo duda de que siempre es y será posible una traducción mejor. 
En un mundo como el humano, donde el lenguaje no es un lenguaje-signo y cada palabra remite siempre a más de una significación, el equívoco reina. Traducir exige entrar en la intimidad del autor para conocer lo mejor posible cómo piensa, qué tiene en la cabeza cuando escribe. Sólo así se puede enfrentar la casi imposible tarea de pasar un pensamiento de una lengua a otra, palabra por palabra y frase por frase.
Los traductores hacemos una función de "pasadores" que ayudamos a pasar de una lengua a otra, con lo que ello implica de pasar de un mundo a otro. Es una tarea en parte imposible por definición. De ahí, la fama de traidores que tenemos de oficio,  pero lo somos -en el mejor de los casos- sin poderlo remediar.
La tarea de decir las cosas, por estructura, nunca se puede considerar acabada y, la de traducir tampoco. 
La aventura entonces continuará. 
Traductores por venir colaborarán sin duda a traducir, y decir mejor, el decir de Lacan. 

Participaron en la traducción del volumen: Graciela Esperanza, Guy Trobas, Silvia Tendlarz, Vicente Palomera, Margarita Álvarez, Juan Luis Delmont-Mauri, Julieta Sucre y Antoni Vicens. 
Graciela Esperanza ha realizado además la titánica tarea de revisar todos los textos. A ella, la gratitud de todos los lectores de Lacan.

Del "Prólogo", de Jacques-Alain Miller:
"La publicación de la presente compilación no se inscribe en ningún retorno a Lacan. Es que, así lo creemos, Lacan no se alejó. Está ahí. ¿Siempre actual, o definitivamente intempestivo? Quizás está él ahí al modo tan particular de “La carta robada”.
Sea como sea, veinte años después de su muerte, no hay quien finja, seriamente se entiende, que él ha sido superado en el psicoanálisis como sujeto supuesto saber. La recepción hecha a sus Seminarios lo testimonia: son recibidos por los practicantes y por el público como libros de actualidad, no de otro tiempo.
Es posible que en el gran público se lea poco a Lacan. Esto hace pensar en las palabras de Picasso: “¿Cuántas personas han leído a Homero? Sin embargo todo el mundo habla de él. Se creó así la superstición homérica”. Hay una superstición lacaniana. No satisfacerse con ella no impide admitir un hecho, que es un hecho de transferencia.
La publicación de la presente compilación tendrá incidencia sobre esa transferencia. Ella hará ex-sistir, lo creemos, a un Lacan diferente del que se volvió clásico (dicho de otro modo, clasificado) bajo el signo de la palabra y el lenguaje".
Buenos Aires, 2012


domingo, 4 de marzo de 2012

EL FINAL. ALGUNAS NOTAS SOBRE LA XII CONVERSACION CLINICA DEL INSTITUTO DEL CAMPO FREUDIANO EN ESPAÑA

Kyle of Tongue (Highlands, 1992). Foto de M. Álvarez
Este fin de semana tuvo lugar en Barcelona la XII Conversación Clínica del ICF en España (1), que tuvo por título y tema “El final” y contó con cerca de 400 participantes.

La conversación clínica del año pasado, cuyo material acaba de ser publicado en un libro de la colección ELP-Gredos (2), había girado en torno a las terminaciones de los análisis y a cómo el analizante o el analista pueden dar cuenta del final de los encuentros. Este año la conversación clínica ha dado un paso más abordando la problemática del final del análisis.
Como plantea el texto de presentación de la conversación no hay una última palabra del análisis o la palabra del fin, un análisis termina más bien sobre un imposible de decir. Pero hablar de final implica que el análisis ha tenido un fin, con el acuerdo o no del analista. ¿Se puede anticipar un final? ¿Sobre qué se hace y se decide un fin de análisis?
La conversación se organizó en torno a la presentación y discusión de ocho casos de otros tantos colegas, todos ellos AE de la ELP y de la Escuela Una: Lucía D'Angelo (1997-2000), Shula Eldar (1998-2001), Xavier Esqué (2003-2006), Araceli Fuentes y Pilar González (ambas en ejercicio), Vicente Palomera (1999-2002), Estela Paskvan (2002-2005) y Antoni Vicens (2008-2011). Y contó con la presencia y animación de Jacques-Alain Miller en la tarde del sábado y de Marie-Hélène Brousse en la mañana del domingo. El trabajo se vertebró en cuatro mesas, cuyos ejes de trabajo fueron: 1) El final, hacia el analista; 2) Saber hacer con… 3) Las modalidades de goce y lo incurable; 4) Síntoma y fantasma al final. 
La animación del debate estuvo a cargo de Guy Briole y Gabriela Galarraga.
Me limitaré aquí a subrayar algunos de los puntos que me resultaron especialmente interesantes.

En uno de los casos, tras varios años de recorrido analítico, cuando la paciente se comienza a preguntar por el final y la salida del análisis, un sueño permite situar una identificación al analista que se piensa podría hacer barrera al fin. Sin embargo, la analizante no ha abandonado aún el dispositivo y hay tiempo aún para que esa identificación puede trabajarse.

Para abordar el final de análisis en otros dos textos –un caso clínico y un testimonio de AE-, J.-A. Miller retomó una cita del Seminario XXIII, aportada por Shula Eldar en su texto, donde Lacan se refiere a la historia como “el más grande de los fantasmas”, una trampa que el pensamiento urde alrededor del “fuego frío de los fragmentos de real” (3). ¿Cómo encontrar en estos análisis “esos fragmentos fríos”?
En uno de estos dos textos, la hija interpelaba en la adolescencia al padre durante la comida, y tras hacerle entrar en cólera, tragaba y callaba. Esta escena se repetirá en la situación transferencial.
Esos fragmentos de lo real son los restos del traumatismo, que han quedado fijados, momento de separación entre el cuerpo y el goce. A partir de entonces, el goce se coloca del lado del Otro, y por tanto, se va a buscar de su lado. Así, el fantasma es una primera manera de tratar estos fragmentos, estos trozos de real y ligarlos con un sentido. Pero, a la vez, es un disfraz pues la orientación hacia lo real en psicoanálisis no es la orientación en el sentido sino una orientación que lo forcluye.
De este modo, J.-A. Miller puso de relieve que en el caso citado, la pelea con el padre durante las comidas, pone en juego el objeto oral y el objeto vocal así como el sentido fantasmático “tragar y callar”. El padre abre el “para todos”, que el sujeto interpreta “para todos menos yo” y esta interpretación fantasmática queda fijada de manera dolorosa y vinculada con un sentimiento de injusticia.
Pero al final del recorrido analítico –señaló-, se trata de la boca que se come a sí misma, tal y como Lacan retomó de Freud, quien definió la pulsión en 1905 como una boca que se besaría a sí misma (4).
El padre que monta en cólera testimonia del efecto de goce de la hija sobre él. En este caso de histeria, se trata de que el padre goce, que manifieste algo de la vida. Hacer gozar al padre es algo muy distinto de la historia fantasmática que el sujeto ha tejido.

En otro caso, la analizante cuando está contenta, se va, tal como señala Lacan respecto a los finales de análisis en las Conferencias en las universidades americanas (5). No se trata aquí de un análisis que lleva a la producción de un analista. La madre era la pareja del sujeto a la entrada –señaló Marie-Hélène Brousse- y lo sigue siendo al final, es decir, el recorrido confirma su posición en la vida, su sinthome. Podemos decir que el trabajo realizado permitirá al sujeto dejar de estar embarazado por su sinthome sin desembarazarse de él, lo que constituye un ejemplo interesante de la última enseñanza de Lacan al respecto, en la que se trata de saber hacer con la propia posición.

En otro caso, cuando el final aparece en el horizonte, la idea de la separación respecto al analista trae un “estarás sola” que resuena a una frase que el padre decía al analizante: “Te quedarás sola”. Eso podría convertirse en un obstáculo para separarse del analista.
El final de análisis conlleva siempre la soledad, quedarse sola. Sin embargo, se trata de un “sola” distinto del mandato superyoico que dejaba al sujeto sumido en la desesperación. Este nuevo “sola” introduce otro matiz: estaré sola con algunos amigos, con mi pareja, con mi hijo, etc., del mismo modo que en psicoanálisis, en relación a la autorización del analista decimos “se autoriza de sí mismo… y de algunos otros”. Esa pequeña frase que se añade introduce una enunciación distinta.

El trabajo sobre el segundo testimonio llevo a un debate sobre el duelo. Los efectos del duelo no realizado por la madre, muerta durante los primeros meses de vida del sujeto, dejaron una marca en el cuerpo, en forma de un fenómeno psicosomático. Este FPS la condenaba a morir. El duelo que tuvo lugar en el análisis permitió al sujeto separar su cuerpo vivo del cuerpo muerto de la madre y elegir no morirse.
Cuando se pierde a alguien, lo que se pierde es a uno mismo como el objeto que fue para el otro. Un duelo –señaló M.-H. Brousse deshace el nudo: queda el sujeto, los significantes, la imagen, trozos de voz, etc.,  pero lo real de la persona ya no está más. Se separa lo que anuda el sinthome.
Hay una diferencia entre el sujeto, el objeto y lo vivo, aquello que en el parlêtre tiene que ver con lo reprimido fundamental.
El final de análisis implica que aquel que ha hablado y ha sido escuchado, puede finalmente escucharse desde donde el Otro escucha. En la transferencia del hablar al escribir se produce una letra. A partir de ahí, la apuesta del pase será que el cartel pueda leer algo.

El último caso al que me referiré permitió ver lo que ocurre cuando la palabra de una mujer encarna para un hombre el superyó. El hecho de creerla, de creer en La mujer, puede ser un verdadero obstáculo para acallar a la mujer que vocifera y constituir un obstáculo para el análisis.
M-H. Brousse hizo referencia a la definición que hace Lacan en RSI (6) cuando dice que una mujer es un síntoma para un hombre, y que en ese sentido él cree en ella (“y croit”), porque en el síntoma se cree (“on y croit”).
En el seminario, Lacan diferencia entre “croire”, "creer", y “croire à”, "creer en". No es lo mismo “creer”, en el sentido de tener algo por verdadero, por ejemplo, “creer una historia”, que “croire à”, que implica adhesión a algo, tener algo por real o por posible, por ejemplo, “creer en el inconsciente”.
Creer en el síntoma (“croire à”) quiere decir creer que el síntoma es capaz de decir algo y que para ello hay que descifrarlo. A este respecto, la forma "y croire", "creer en eso", solo es un reforzamiento que permite la lengua francesa.
Hay una diferencia manifiesta entre creer en el síntoma (“y croire”) y creerlo (“le croire”), es decir, creer en su contenido, tenerlo por verdadero. Esto establece la diferencia entre neurosis y psicosis. En la psicosis, el sujeto no sólo cree en las voces de su alucinación, sino que, muy especialmente, las cree, les da una significación unívoca. 
Respecto a una mujer, Lacan dice que “se la cree” (“on la croit”). Y que esto hace de tapón a creer en ella (“y croire”), a hacer de ella un síntoma. Creer que hay una, lleva a creer en la especie y, entonces, en La mujer que no existe. Pero se trata de saber -plantea Lacan- si para creer en ella, para hacer de ella un síntoma (7), no hay mejor medio que creerla.
Que un hombre crea a una mujer no implica que pueda hacer de ella un síntoma, es decir, que crea en ella. En el caso mencionado, al final del recorrido analítico, el analizante vuelve a elegir a la misma mujer, pero desde otra posición, lo que permite que ella devenga un síntoma para él.

Para finalizar, solo añadir que la conversación estuvo precedida por un intenso trabajo preparatorio en dos vertientes. Por un lado, queremos destacar la labor de investigación de la comisión bibliográfica, coordinada por Félix Rueda, sobre el tema del final de análisis en la enseñanza de Jaques Lacan (en el seminario, los escritos y las conferencias).
Por otro, la preparación de la conversación contó con una novedad en la vertiente del habitual trabajo on line. Esta vez la comisión de organización tuvo la excelente idea de proponer a distintos colegas que comentaran con brevedad y precisión, a modo de flash (término que dio nombre a esta modalidad de comentario), algún párrafo escogido de Jacques Lacan sobre la problemática del final del análisis. Contamos así con veintidós precisas aportaciones de otros tantos colegas. Todo ello ayudó a preparar la conversación y ha colaborado en el éxito de la misma.


Notas
1. Celebrada en el Hotel Majestic de Barcelona los días 3 y 4 de marzo de 2012.
2. VVAA: Terminaciones de análisis. Conversaciones clínicas con Jacques-Alain Miller. Madrid: Gredos, 2012.
3. Lacan, Jacques: El Seminario XXIII: El sinthome. Buenos Aires: Paidós, 2006, pp. 119-122.
4. Freud, Sigmund: “Tres ensayos de teoría sexual”. En: Obras Completas, vol. VII. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1984, p. 165.
5. “Un análisis no puede ser llevado demasiado lejos. Cuando el analizante piensa que es feliz en la vida, ya basta”, en: Jacques Lacan, Conferencias y conversaciones en las Universidades americanas, noviembre de 1975. Inéditas.
6. Lacan, Jacques: RSI. Clase del 21.1.1975. Inédito.
7. En este sentido, una mujer es un síntoma para un hombre cuando consiente a que él recupere el objeto a por su mediación. Y en tanto síntoma, deviene  el verdadero superyó del hombre en tanto este último es el núcleo sintomático fundamental (en: Éric Laurent: El sentimiento delirante de la vida. Buenos Aires: Diva, 2011, p. 68).