domingo, 4 de marzo de 2012

EL FINAL. ALGUNAS NOTAS SOBRE LA XII CONVERSACION CLINICA DEL INSTITUTO DEL CAMPO FREUDIANO EN ESPAÑA

Kyle of Tongue (Highlands, 1992). Foto de M. Álvarez
Este fin de semana tuvo lugar en Barcelona la XII Conversación Clínica del ICF en España (1), que tuvo por título y tema “El final” y contó con cerca de 400 participantes.

La conversación clínica del año pasado, cuyo material acaba de ser publicado en un libro de la colección ELP-Gredos (2), había girado en torno a las terminaciones de los análisis y a cómo el analizante o el analista pueden dar cuenta del final de los encuentros. Este año la conversación clínica ha dado un paso más abordando la problemática del final del análisis.
Como plantea el texto de presentación de la conversación no hay una última palabra del análisis o la palabra del fin, un análisis termina más bien sobre un imposible de decir. Pero hablar de final implica que el análisis ha tenido un fin, con el acuerdo o no del analista. ¿Se puede anticipar un final? ¿Sobre qué se hace y se decide un fin de análisis?
La conversación se organizó en torno a la presentación y discusión de ocho casos de otros tantos colegas, todos ellos AE de la ELP y de la Escuela Una: Lucía D'Angelo (1997-2000), Shula Eldar (1998-2001), Xavier Esqué (2003-2006), Araceli Fuentes y Pilar González (ambas en ejercicio), Vicente Palomera (1999-2002), Estela Paskvan (2002-2005) y Antoni Vicens (2008-2011). Y contó con la presencia y animación de Jacques-Alain Miller en la tarde del sábado y de Marie-Hélène Brousse en la mañana del domingo. El trabajo se vertebró en cuatro mesas, cuyos ejes de trabajo fueron: 1) El final, hacia el analista; 2) Saber hacer con… 3) Las modalidades de goce y lo incurable; 4) Síntoma y fantasma al final. 
La animación del debate estuvo a cargo de Guy Briole y Gabriela Galarraga.
Me limitaré aquí a subrayar algunos de los puntos que me resultaron especialmente interesantes.

En uno de los casos, tras varios años de recorrido analítico, cuando la paciente se comienza a preguntar por el final y la salida del análisis, un sueño permite situar una identificación al analista que se piensa podría hacer barrera al fin. Sin embargo, la analizante no ha abandonado aún el dispositivo y hay tiempo aún para que esa identificación puede trabajarse.

Para abordar el final de análisis en otros dos textos –un caso clínico y un testimonio de AE-, J.-A. Miller retomó una cita del Seminario XXIII, aportada por Shula Eldar en su texto, donde Lacan se refiere a la historia como “el más grande de los fantasmas”, una trampa que el pensamiento urde alrededor del “fuego frío de los fragmentos de real” (3). ¿Cómo encontrar en estos análisis “esos fragmentos fríos”?
En uno de estos dos textos, la hija interpelaba en la adolescencia al padre durante la comida, y tras hacerle entrar en cólera, tragaba y callaba. Esta escena se repetirá en la situación transferencial.
Esos fragmentos de lo real son los restos del traumatismo, que han quedado fijados, momento de separación entre el cuerpo y el goce. A partir de entonces, el goce se coloca del lado del Otro, y por tanto, se va a buscar de su lado. Así, el fantasma es una primera manera de tratar estos fragmentos, estos trozos de real y ligarlos con un sentido. Pero, a la vez, es un disfraz pues la orientación hacia lo real en psicoanálisis no es la orientación en el sentido sino una orientación que lo forcluye.
De este modo, J.-A. Miller puso de relieve que en el caso citado, la pelea con el padre durante las comidas, pone en juego el objeto oral y el objeto vocal así como el sentido fantasmático “tragar y callar”. El padre abre el “para todos”, que el sujeto interpreta “para todos menos yo” y esta interpretación fantasmática queda fijada de manera dolorosa y vinculada con un sentimiento de injusticia.
Pero al final del recorrido analítico –señaló-, se trata de la boca que se come a sí misma, tal y como Lacan retomó de Freud, quien definió la pulsión en 1905 como una boca que se besaría a sí misma (4).
El padre que monta en cólera testimonia del efecto de goce de la hija sobre él. En este caso de histeria, se trata de que el padre goce, que manifieste algo de la vida. Hacer gozar al padre es algo muy distinto de la historia fantasmática que el sujeto ha tejido.

En otro caso, la analizante cuando está contenta, se va, tal como señala Lacan respecto a los finales de análisis en las Conferencias en las universidades americanas (5). No se trata aquí de un análisis que lleva a la producción de un analista. La madre era la pareja del sujeto a la entrada –señaló Marie-Hélène Brousse- y lo sigue siendo al final, es decir, el recorrido confirma su posición en la vida, su sinthome. Podemos decir que el trabajo realizado permitirá al sujeto dejar de estar embarazado por su sinthome sin desembarazarse de él, lo que constituye un ejemplo interesante de la última enseñanza de Lacan al respecto, en la que se trata de saber hacer con la propia posición.

En otro caso, cuando el final aparece en el horizonte, la idea de la separación respecto al analista trae un “estarás sola” que resuena a una frase que el padre decía al analizante: “Te quedarás sola”. Eso podría convertirse en un obstáculo para separarse del analista.
El final de análisis conlleva siempre la soledad, quedarse sola. Sin embargo, se trata de un “sola” distinto del mandato superyoico que dejaba al sujeto sumido en la desesperación. Este nuevo “sola” introduce otro matiz: estaré sola con algunos amigos, con mi pareja, con mi hijo, etc., del mismo modo que en psicoanálisis, en relación a la autorización del analista decimos “se autoriza de sí mismo… y de algunos otros”. Esa pequeña frase que se añade introduce una enunciación distinta.

El trabajo sobre el segundo testimonio llevo a un debate sobre el duelo. Los efectos del duelo no realizado por la madre, muerta durante los primeros meses de vida del sujeto, dejaron una marca en el cuerpo, en forma de un fenómeno psicosomático. Este FPS la condenaba a morir. El duelo que tuvo lugar en el análisis permitió al sujeto separar su cuerpo vivo del cuerpo muerto de la madre y elegir no morirse.
Cuando se pierde a alguien, lo que se pierde es a uno mismo como el objeto que fue para el otro. Un duelo –señaló M.-H. Brousse deshace el nudo: queda el sujeto, los significantes, la imagen, trozos de voz, etc.,  pero lo real de la persona ya no está más. Se separa lo que anuda el sinthome.
Hay una diferencia entre el sujeto, el objeto y lo vivo, aquello que en el parlêtre tiene que ver con lo reprimido fundamental.
El final de análisis implica que aquel que ha hablado y ha sido escuchado, puede finalmente escucharse desde donde el Otro escucha. En la transferencia del hablar al escribir se produce una letra. A partir de ahí, la apuesta del pase será que el cartel pueda leer algo.

El último caso al que me referiré permitió ver lo que ocurre cuando la palabra de una mujer encarna para un hombre el superyó. El hecho de creerla, de creer en La mujer, puede ser un verdadero obstáculo para acallar a la mujer que vocifera y constituir un obstáculo para el análisis.
M-H. Brousse hizo referencia a la definición que hace Lacan en RSI (6) cuando dice que una mujer es un síntoma para un hombre, y que en ese sentido él cree en ella (“y croit”), porque en el síntoma se cree (“on y croit”).
En el seminario, Lacan diferencia entre “croire”, "creer", y “croire à”, "creer en". No es lo mismo “creer”, en el sentido de tener algo por verdadero, por ejemplo, “creer una historia”, que “croire à”, que implica adhesión a algo, tener algo por real o por posible, por ejemplo, “creer en el inconsciente”.
Creer en el síntoma (“croire à”) quiere decir creer que el síntoma es capaz de decir algo y que para ello hay que descifrarlo. A este respecto, la forma "y croire", "creer en eso", solo es un reforzamiento que permite la lengua francesa.
Hay una diferencia manifiesta entre creer en el síntoma (“y croire”) y creerlo (“le croire”), es decir, creer en su contenido, tenerlo por verdadero. Esto establece la diferencia entre neurosis y psicosis. En la psicosis, el sujeto no sólo cree en las voces de su alucinación, sino que, muy especialmente, las cree, les da una significación unívoca. 
Respecto a una mujer, Lacan dice que “se la cree” (“on la croit”). Y que esto hace de tapón a creer en ella (“y croire”), a hacer de ella un síntoma. Creer que hay una, lleva a creer en la especie y, entonces, en La mujer que no existe. Pero se trata de saber -plantea Lacan- si para creer en ella, para hacer de ella un síntoma (7), no hay mejor medio que creerla.
Que un hombre crea a una mujer no implica que pueda hacer de ella un síntoma, es decir, que crea en ella. En el caso mencionado, al final del recorrido analítico, el analizante vuelve a elegir a la misma mujer, pero desde otra posición, lo que permite que ella devenga un síntoma para él.

Para finalizar, solo añadir que la conversación estuvo precedida por un intenso trabajo preparatorio en dos vertientes. Por un lado, queremos destacar la labor de investigación de la comisión bibliográfica, coordinada por Félix Rueda, sobre el tema del final de análisis en la enseñanza de Jaques Lacan (en el seminario, los escritos y las conferencias).
Por otro, la preparación de la conversación contó con una novedad en la vertiente del habitual trabajo on line. Esta vez la comisión de organización tuvo la excelente idea de proponer a distintos colegas que comentaran con brevedad y precisión, a modo de flash (término que dio nombre a esta modalidad de comentario), algún párrafo escogido de Jacques Lacan sobre la problemática del final del análisis. Contamos así con veintidós precisas aportaciones de otros tantos colegas. Todo ello ayudó a preparar la conversación y ha colaborado en el éxito de la misma.


Notas
1. Celebrada en el Hotel Majestic de Barcelona los días 3 y 4 de marzo de 2012.
2. VVAA: Terminaciones de análisis. Conversaciones clínicas con Jacques-Alain Miller. Madrid: Gredos, 2012.
3. Lacan, Jacques: El Seminario XXIII: El sinthome. Buenos Aires: Paidós, 2006, pp. 119-122.
4. Freud, Sigmund: “Tres ensayos de teoría sexual”. En: Obras Completas, vol. VII. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1984, p. 165.
5. “Un análisis no puede ser llevado demasiado lejos. Cuando el analizante piensa que es feliz en la vida, ya basta”, en: Jacques Lacan, Conferencias y conversaciones en las Universidades americanas, noviembre de 1975. Inéditas.
6. Lacan, Jacques: RSI. Clase del 21.1.1975. Inédito.
7. En este sentido, una mujer es un síntoma para un hombre cuando consiente a que él recupere el objeto a por su mediación. Y en tanto síntoma, deviene  el verdadero superyó del hombre en tanto este último es el núcleo sintomático fundamental (en: Éric Laurent: El sentimiento delirante de la vida. Buenos Aires: Diva, 2011, p. 68).

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