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martes, 14 de febrero de 2012

AUTISMO Y PSICOANALISIS. NUESTRAS CONVICCIONES


En junio de 2009, la ELP organizo en Barcelona un foro bastante exitoso: "Lo que la evaluación silencia: un caso urgente el autismo". En él, numerosas voces subrayaron, alertaron y  denunciaron los peligros de  priorizar en los tratamientos la vertiente científica,  en base a una supuesta rentabilidad, dejando fuera la vertiente del sujeto y su deseo. Esta problemática tiene consecuencias especialmente  delicadas, cuando no nefastas, en el caso del autismo, donde de lo que se trata precisamente es de producir un sujeto. Para más información sobre el foro, se puede consultar la reseña en este mismo blog: (http://www.elblogdemargaritaalvarez.com/2010/06/resena-forum-lo-que-la-evaluacion.html). 
O, también, la web del Foro Autismo: http://foroautismo.blogspot.com
Ahora, año y medio después, el Instituto Psicoanalítico del Niño ha publicado  esta nota sobre la situación actual del tratamiento de autismo en Francia y la posición del psicoanálisis al respecto. La reproducimos a continuación y les pedimos que colaboren a su necesaria difusión. 



INSTITUTO PSICOANALÍTICO DEL NIÑO
UNIVERSIDAD POPULAR JACQUES LACAN

Publicamos el texto del Instituto Psicoanalítico del Niño que es una primera reflexión sobre la situación actual cuando lo que está en juego es grave para los jóvenes autistas, sus padres y para todos los practicantes que están confrontados a sus dificultades.
Invitamos a todos aquellos que aprueban este primer texto, a colocarlo en los tablones de información de las instituciones donde trabajan y difundirlo. Urge emprender un debate para profundizar el análisis de la gravedad del contexto en el que estos practicantes ejercen sus profesiones respectivas.
Es urgente informar a todos los padres de esta gravedad que concierne a todo el mundo.
 
Judith Miller


“AUTISMO Y PSICOANÁLISIS”

Nuestras convicciones

El Instituto Psicoanalítico del Niño ha conocido, estos últimos meses, una extraña campaña que apunta a excluir al psicoanálisis de la atención a los niños y adolescentes autistas. Esta campaña culmina ahora con una proposición de ley que ha hecho reaccionar a todos los representantes profesionales y las más importantes asociaciones de familias (UNAPEI).
Dicha campaña proviene de un intenso trabajo de acoso que alega loables intenciones: mejorar las condiciones de una parte de la población. De hecho, se trata para sus promotores de obtener de los poderes públicos subvenciones masivas en beneficio de métodos de condicionamiento, de manera que ofrezcan soluciones ready-made a los familiares que buscan con inquietud soluciones allí donde hay una verdadera penuria de acogida institucional.
El Instituto psicoanalítico del Niño reúne psicoanalistas, practicantes de instituciones especializadas –psiquiatras, psicólogos, enfermeras, logopedas, psicomotricistas- profesionales del campo de la infancia –enseñantes, educadores, juristas, médicos- que tratan desde hace muchos años a niños en sufrimiento, orientándose por el psicoanálisis de Freud, de Lacan y de los avances más actuales de la investigación clínica.

A este respecto, el Instituto Psicoanalítico del Niño, a través de su Comisión de iniciativas desea posicionarse. Se trata, aquí, de testimoniar sobre los principios que gobiernan nuestra acción:


1. Recordemos que en Francia, a partir de los años 60-70, son los psiquiatras infantiles y los psicólogos formados en psicoanálisis los que comienzan a preocuparse por la suerte de los niños autistas, hasta el momento emplazados en el hospital psiquiátrico o en instituciones cerradas, donde la dimensión deficitaria era preponderante. Toman apoyo en los psicoanalistas anglosajones: Frances Tustin, Margaret Mahler, Donald Meltzer y en la institución de Maud Manonni la “Escuela experimental de Bonneuil”, en los trabajos de Rosine y Robert Lefort, alumnos de J. Lacan. El conjunto de estos trabajos dan a los practicantes –psiquiatras, psicólogos, enfermeras, logopedas, psicomotricistas- la idea de un tratamiento posible y de aprendizajes que tienen en cuenta el síntoma del sujeto más allá de la coerción. Los hospitales de día, dentro del movimiento de sectorización de la psiquiatría, se crean en esta perspectiva. Se trata de ofrecer una acogida que no esté basada en el déficit y que tenga en cuenta la particularidad de cada sujeto. La situación familiar forma parte de esta particularidad, pues las constelaciones familiares están muy lejos de ser todas idénticas. Los padres son recibidos, escuchados. Los niños, los adolescentes son acogidos en pequeños grupos, solicitados por “talleres” donde pueden seguir sus intereses. En los momentos de la comida, del juego, del estudio experimentan nuevas relaciones con los objetos y con las demandas que estructuran el mundo de todos los niños, pero de las que los niños autistas se defienden.


2. Esta larga experiencia de diagnóstico, de acompañamiento de las familias, de realizar recorridos especialmente tejidos para cada uno, ha sido el objeto de numerosas publicaciones y de recogida de trabajos. No habría podido sostenerse sin la referencia cotidiana al psicoanálisis, a su cuerpo textual, a su enseñanza viva. ¿Cómo situar, hoy, el lugar del psicoanálisis en el tratamiento del niño autista? Proponemos 5 ejes de respuesta:
 
- La formación analítica, es decir la experiencia de un psicoanálisis personal, da a los practicantes un útil potente para situar su acción, respecto de los sujetos autistas, en la adecuada distancia, manteniéndose a distancia de los ideales de normalización o de normalidad incompatibles con el acompañamiento profesional de sujetos en espera.

- Este respeto de la posición del sujeto es la brújula que orienta, en efecto, esta acción. En ningún caso se trata de dejar al niño, al adolescente ser el juguete, por ejemplo, de sus esterotipias, repeticiones, ecolalias, considerándolas como un primer tratamiento elaborado por el niño para defenderse, se trata de introducir allí, en una presencia discreta, nuevos elementos que van a complejizar “el mundo del autismo”.

- La apuesta, en principio, es que el niño pueda localizar la angustia o la perplejidad que desencadena en él la interpelación de un otro y poner en juego las funciones del cuerpo en su relación con esta demanda –alimentarse y dejarse alimentar, perder los objetos urinarios y anales, mirar y ser mirado, escuchar y ser escuchado. Los psicoanalistas desde hace mucho tiempo han señalado la dimensión de ritual de interposición que constituyen numerosos rasgos sintomáticos invalidantes. La creación o el descubrimiento por el niño de un “objeto autístico”, cualquiera que sea su forma, a menudo es una fuente fecunda para crear lazos y nuevos espacios más libres de las constricciones autísticas.
 
- Los psicoanalistas de ninguna manera ponen en duda la inscripción de los niños autistas en los dispositivos de aprendizaje. Al contrario ponen de relieve que el sujeto autista ya está, muy a menudo, “en el trabajo”. Los autistas llamados de “alto nivel” dan cuenta, en este ámbito, de una masiva investidura del pensamiento, del lenguaje y del dominio cognitivo en los que encuentran fuentes inéditas. Más en general, para todos los niños, los practicantes buscan privilegiar los acercamientos pedagógicos y educativos que puedan adaptarse para dar un lugar a las singularidades sociales y cognitivas de los niños autistas. Enseñantes y educadores dan testimonio, en el seno del Instituto psicoanalítico del Niño, de lo que han elaborado con el niño y el adolescente.

- Por el contrario, los psicoanalistas se levantan con su mayor fuerza contra los métodos, llamados, de “aprendizaje intensivo” que en realidad son métodos de condicionamiento conductual que utilizan masivamente la presión, incluso la intimidación para promover cuidados totalitarios y totalizantes que se autoproclaman como único tratamiento válido del autismo. Lejos de esta reducción, hay que diferenciar los diferentes acercamientos al aprendizaje. Los psicoanalistas y practicantes, agrupados en el seno del Instituto psicoanalítico del Niño representan a todas las categorías profesionales que están presentes en el campo de la infancia, y se declaran especialmente vinculados, por los niños y adolescentes, a los sistemas de atención y tratamiento y educación existentes en Francia, en tanto que permiten repartir las responsabilidades respectivas y diferenciadas entre los profesionales de la atención y tratamiento, de la educación y los padres.

3. Las clasificaciones actuales de los trastornos mentales –especialmente el DSM- introducen una gran confusión en el debate, haciendo aparecer en el mismo nivel diagnóstico síntomas de la infancia tales como el tartamudeo o la enuresis, “trastornos” referentes a una normalidad social –como los trastornos de oposición con provocación o los trastornos de conducta- y el autismo –trastorno autístico. El autismo, y sus diversas formas, se encuentra así aislado como el único verdadero cuadro clínico de la categoría “Trastorno generalizado del desarrollo”. Los debates en curso sobre la continuidad del “espectro autista”, sobre la oportunidad de mantener en la misma serie los TGD, los llamados Asperger, muestran cuan inestable es esta categoría. Dentro de este “espectro autista” hay que examinar en detalle los fenómenos invasivos del cuerpo y situar las manifestaciones extrañas e inquietantes de las que están apresados. Los psicoanalistas y practicantes de orientación lacaniana acompañan a numerosos niños y adolescentes en esta elaboración que les permite guardar o encontrar un lugar en el lazo social y familiar. Los padres pueden entonces autorizarse a hablar de ciertos rasgos de sus hijos, comprendiendo su valor a pesar de su carácter extraño. Este trabajo es necesariamente largo, pues supone hacer causa de una diferencia del niño que viene contra las expectativas y deseos que envuelven su presencia en el mundo. El psicoanalista, para recoger este sufrimiento, debe estar atento al sufrimiento de los padres y sostenerlos en esta prueba.


4. Múltiples hipótesis etiológicas –genética, de vacunación, neurocognitiva, etc.- presentadas como verdades científicas, a menudo seguidas de un único artículo aparecido en una revista del que conocemos algunos meses o años más tarde su carácter sesgado, circulan en los medios más diversos y enloquecen a los padres. Estas hipótesis causales vienen a responder estrictamente a la reducción del autismo a un trastorno del desarrollo, presentado como una enfermedad genética incluso epidémica. Estas hipótesis se apoyan en la ley de 2005 sobre la discapacidad, que no obstante de ninguna manera apunta a establecer una sentencia del tipo “es una discapacidad, luego no es una enfermedad”, sino a permitir una orientación adaptada para el niño y una ayuda para la familia. Sobre este punto queda mucho por hacer y las asociaciones de padres son una fuerza indispensable e ineludible para hacer avanzar proyectos adaptados, en particular para los niños más pequeños, para los adolescentes y los jóvenes adultos. En este sentido, el anuncio del autismo como una gran causa nacional no puede más que alegrar a todos aquellos que se movilizan en la atención dispensada a los niños y adolescentes autistas.


5. Los psicoanalistas siguen los debates científicos en torno a las causas del autismo infantil. Cualquiera que sean las causas no pueden reducir al sujeto a un mecanismo. Los psicoanalistas toman en cuenta los sufrimientos con los que se encuentran y promueven las instituciones y las prácticas que garanticen que el niño y su familia serán respetados en su momento subjetivo. Facilitan, siempre que es posible, la inserción del niño en lazos sociales que no le perjudique. Los psicoanalistas no son poseedores de una verdad “psicológica” sobre el autismo, ni promotores de un “método educativo” particular. Promueven un mensaje claro para el sujeto autista, sus padres y todos aquellos que en institución o en acogimientos especiales toman partido y hacen la apuesta de acompañarles -los psicoanalistas forman parte de ellos: es posible construir otro mundo que el mundo de defensa y de protección en el que está encerrado el niño autista. Es posible construir una nueva alianza del sujeto con su cuerpo. El esfuerzo de todos apunta a demostrar clínicamente esta posibilidad.


La Comisión de iniciativas del Instituto Psicoanalítico del Niño
Sra. Judith Miller (París) - Dr. Jean Robert Rabanel (Clermont-Ferrand) - Dr. Daniel Roy (Bordeaux) - Dr. Alexandre Stevens (Bruxelles)
Colectivo de los 39: http//www.oedipe.org/fr/actualites/autisme39
Sindicato de Psiquiatras de Hospitales: http//www.sphweb.info/slip.php?article937
 
 
 



Carta abierta a Daniel Fasquelle 
 

(sobre la proposición de ley que apunta al cese de las prácticas psicoanalíticas en la atención de los autistas)

La Sra. Edwige Antier, diputada por París (UMP) y pediatra, ha comunicado a Gérard Miller, psicoanalista, el documento siguiente, dirigido a su colega Daniel Fasquelle, autor de una proposición de ley que concierne a la práctica del psicoanálisis.

Mi querido colega Daniel:

No dudo de tu sinceridad en la gestión que anima tu proposición de ley sobre el cese de las prácticas psicoanalíticas en la atención a las personas autistas, la generalización de los métodos educativos y conductuales y la reasignación de todas las financiaciones existentes a estos métodos.

En el debate planteado, pienso que debes escuchar la información necesaria sobre la reacción de los profesionales.
No hablamos ya de “autistas” sino de pacientes con “trastornos del desarrollo en el espectro autista” pues estos trastornos responden a patologías multifactoriales y demandan ayudas caso por caso. Hacer creer que las prácticas psicoanalíticas son utilizadas en detrimento de la atención con prácticas conductuales a los pacientes es un juicio extremadamente peligroso hecho a los psiquiatras infantiles de los CHU (1) que el Ministerio de Sanidad ha hecho responsables de las ayudas a estos pacientes. Los padres de los niños autistas tienen una legítima cólera pues las querellas de los grupos han disminuido el desarrollo de todas las competencias de las que tienen necesidad. Encuentro muy agravante alimentar, por una proposición de ley, el juicio de intenciones hecho a importantes médicos que consagran su vida a la investigación y al alivio de estos sufrimientos. Todos los trabajos y contribuciones son interesantes en este principio de siglo que será el de los grandes descubrimientos sobre el funcionamiento del cerebro y sus interacciones muy precoces con el medio ambiente. El deber del Estado es dar medios para esta investigación, mejorando la ayuda a estas familias y en particular la formación y el número de educadores.

Nuestro Gobierno ha hecho grandes esfuerzos a pesar de las dificultades económicas actuales por aumentar el número, pero no es suficiente. Es en este sentido que los parlamentarios pueden ayudar a estos niños, dejando al Ministro de Sanidad encargado de velar por las buenas prácticas y a la Ministra de cohesión social de acompañarle. Nuestra colega, la senadora Valérie Létard ha ofrecido un excelente informe dotado de proposiciones sobre la cuestión. Entrar a nivel parlamentario en un debate sobre decisiones médicas es nocivo para los pacientes y sus familias, desmoviliza a los Jefes de servicio de los hospitales aunque el médico clínico o el personal de la guardería alerte a la familia. Inmiscuirse en el trabajo interdisciplinario del equipo encargado en este momento angustiante no le presta un servicio a estos niños.


NdT
1. CHU designa a los Centros Hospitalarios Universitarios.


Posicionamiento de Edwige Antier
La Sra. Edwige Antier, diputada por París y pediatra, hace saber públicamente que no quería que una ley prive a los autistas de las prácticas psicoanalíticas y en consecuencia no se asocia a la proposición de ley de su colega Daniel Fasquelle que apunta al “cese de las practicas psicoanalíticas en la atención a personas autistas y en la generalización de los métodos educativos y conductuales”.

Escribe: “Las personas, llamadas autistas deben tener el derecho de beneficiarse de todos los recursos de la medicina, de la psiquiatría y de la psicología. Hoy en día hay una nueva clasificación de trastornos del desarrollo, el autismo entrando dentro de muchos síndromes de origen y tratamientos muy diferentes, es el más frecuente clasificándose en los “trastornos generalizados del desarrollo. Los equipos médicos de psiquiatría infantil con insufrible escasez de medios, sin embargo en la actualidad están completamente abiertos a todos los métodos de atención, y deben poder poner al servicio de la persona autista y su familia todas sus competencias.

El debate sobre el papel del psicoanálisis en el seguimiento de los niños autistas es un debate del pasado. Bruno Bettelheim que ha sido acusado de culpabilizar a las madres de los niños autistas, desapareció hace 22 años, y ningún psiquiatra infantil, sea psicoanalista, no se priva de poner un abanico de tratamientos en el cual está incluido el método conductual al servicio de estas familias. El sufrimiento de los padres, el drama que viven ante una sociedad demasiado pasiva en cuanto a las ayudas para estos niños, no deben ser avivados por las querellas de escuela”
. En resumen, Edwige Antier deplora está proposición de ley que pretende dictar sus elecciones terapéuticas a médicos psiquiatras y a psiquiatras infantiles. Piensa que no es el papel de los parlamentarios.


Petición de apoyo a la posición de Ewdige Antier

Los abajo firmantes se asocian a la Sra. Edwige Antier por deplorar la proposición de ley que pretende dictar sus elecciones terapéuticas a los médicos psiquiatras y a los psiquiatras infantiles. Como ella, piensan que no es el papel de los parlamentarios.
Sra. Judith Miller (París) - Dr. Jean Robert Rabanel (Clermont-Ferrand)
- Dr. Daniel Roy (Bordeaux) - Dr. Alexandre Stevens (Bruxelles)


Traducción: Mariam Martín Ramos



viernes, 23 de julio de 2010

LA PSICOLOGIA CIENTIFICA QUE NOSOTROS RECUSAMOS. COMENTARIO DEL TEXTO ¿QUE ES LA PSICOLOGIA? DE GEORGES CANGUIHLEM

Valle de Arán, 2010. Foto M. Álvarez.
En “Subversión del sujeto...”(1), Lacan plantea que tratará de definir la subversión del concepto de sujeto operada por el psicoanálisis. Para ello dice no poder recurrir a la psicología, que se ha constituido bajo la etiqueta de científica -que recusa-, porque la función del sujeto tal como la instaura la experiencia freudiana descalifica totalmente el concepto de sujeto con el que la psicología opera y que tiene como criterio “la unidad del sujeto que es”.


Encontramos aquí una crítica, por parte de Lacan, de la concepción psicológica de la unidad de la conciencia y su función de síntesis. Para Lacan, la única función homogénea de la conciencia está en la captura imaginaria del yo por su reflejo especular y en la función de desconocimiento ligada a ella.
Por ello, Lacan critica “las desviaciones” del psicoanálisis anglosajón, la llamada “Psicología del yo” (Egopsychology) que, a la par que ignora la última enseñanza freudiana sobre la escisión del yo, “se aplica en volver a las filas de la psicología” (2). En tanto borra la división constitutiva del sujeto y defiende una concepción unitaria del yo, la psicología se encarga de vehiculizar el ideal, que Lacan califica de “siervo de la sociedad”. De esta manera, la psicología misma deviene servil (3).
Para trabajar este punto, he elegido el artículo “¿Qué es la psicología?” (4) de Georges Canguilhem, filósofo y director en ese momento del Instituto de Historia de las Ciencias de la Sorbonne, que recoge la conferencia que impartió el 18 de diciembre de 1956 en el Collège Philosophique. Lacan hace referencia a ella al final de sus Escritos (5).

I. Sobre “¿Qué es la psicología?” de Georges Canguilhem
Con esta pregunta, el autor pone en cuestión de entrada el estatuto científico y autónomo de la psicología, e incluso, dice, la existencia misma del psicólogo, en la medida en que al no saber responder exactamente sobre lo que es la psicología, tampoco puede responder sobre lo que hace. Sólo puede justificarse en nombre de una eficacia que para el autor, es siempre discutible ya que está mal fundada: no hay pruebas de que se deba a la aplicación de una ciencia.
Plantea que en tanto el estatuto de la psicología no se haya establecido no se la debe considerar algo más o mejor que un empirismo codificado desde un punto de vista literario, con fines de enseñanza. Aunque el empirismo sea el principio de toda ciencia, por sí solo no basta para fundarla. La psicología, dice, “es una filosofía sin rigor” porque, bajo el pretexto de objetividad, es ecléctica; “es una ética sin exigencia”, porque asocia experiencias distintas sin ninguna crítica y, por último “una medicina sin control”, ya que funda su hipótesis en la observación de enfermedades que nunca llegan a ser inteligibles: las enfermedades mentales.
Después de esta definición negativa, el autor se esfuerza en demostrar no solo que la psicología está falta de identidad sino, además, que no tiene objeto: siempre está en busca de su unidad, tratando de buscar una solución al problema de la diversidad de psicologías y de la heterogeneidad de sus tendencias.
Al hacerlo, se refiere a las palabras pronunciadas por el psicoanalista Daniel Lagache en la Sorbonne cuando se hizo cargo de la cátedra de Psicología General en 1947 -en 1956 era el director de los estudios de Psicología. En su lección inaugural, llamada “La unidad de la psicología” (6), Lagache hace referencia a un comentario del psicólogo suizo Edouard Claparède (7), de 1936, que dice: “La multiplicidad de las psicologías plantea el problema de su unidad y muestra su retraso respecto a otras ciencias”. 
Para Lagache, la situación en los años cincuenta ya no es la misma que la citada por Claparède: la unidad de la psicología se puede encontrar en su definición posible como ciencia de la conducta (8), con lo que la antigua división entre psicología naturalista y psicología humanista, psicología experimental y psicología clínica quedaría obsoleta. La diversidad de los métodos no impediría el rigor científico, sino que más bien le serviría de garantía. Por ello, plantea que se debe unificar la rama de la psicología denominada “naturalista”, que comprende el behaviorismo y las teorías del aprendizaje, junto con la estadística y la experimentación, y la rama denominada “humana”, que reúne a la psicología y el psicoanálisis (9). A partir de esta idea, Lagache creará una licenciatura en psicología clínica y organizará el programa universitario correspondiente.
En su conferencia, Canghuilem responde a este programa. Plantea que el objeto de una ciencia no puede limitarse al campo específico de los problemas a resolver, sino que incluye también la intención y el objetivo del “sujeto de la ciencia, es decir el proyecto específico que constituye en sí mismo una conciencia teórica”. En consecuencia, cuestiona la defensa de la unidad de la psicología que hace Lagache; no ve que esa unidad venga dada por una misma esencia lógica, sino tan sólo un pacto entre los profesionales de distinta orientación que garantiza su coexistencia pacífica. De las dos tendencias entre las cuales Lagache intenta un acuerdo sólido, la psicología naturalista o experimental y la humanista o clínica, la segunda tiene un peso mayor: la psicología experimental no deja de ser una psicología animal porque opera con animales, y sólo puede ser llamada experimental en razón a su método.
Sin embargo –afirma-, una psicología recibe el nombre de clínica, sea psicoanalítica, social, etnológica… más por su objeto que por su método. Todas tienen un mismo objeto de estudio: el hombre, que se caracteriza por el lenguaje y la vida social. ¿Cómo se puede hablar en rigor de una teoría general de la conducta, en tanto no se haya definido al hombre, en tanto no se haya resuelto la cuestión de saber si hay continuidad o ruptura entre el lenguaje humano y el lenguaje animal, entre la sociedad humana y la sociedad animal?
Para dilucidar estas preguntas se requiere el concurso no sólo de la filosofía sino de diversas ciencias, entre ellas de la psicología. Mientras esto no se haya resuelto, la psicología no puede prejuzgar aquello que debe juzgar. Si lo hace, parte, aunque lo niegue, de una idea del hombre, idea que sin duda ha tomado de algún sitio, quizás –afirma- de la filosofía.
Como no es psicólogo, Canguilhem propone buscar una solución a la pregunta acerca de qué es la psicología por otra vía: la de investigar el proyecto de cada una de las psicologías y comprobar si es común a todas ellas. Para esto, esboza una historia de la psicología considerada en relación con la historia de la filosofía y con la historia de las ciencias. Divide esta historia en tres apartados: 1) La psicología como ciencia natural. 2) La psicología como ciencia de la subjetividad. 3) La psicología como ciencia de las reacciones el comportamiento.

1. La psicología como ciencia natural
Una parte de la psicología moderna, la psicofisiología y la psicopatología como disciplina médica, remonta directamente hasta los filósofos de la Antigüedad, momento en que se consideraba que la psicología era la ciencia del alma y, por tanto, no tenía un estatuto independiente, ya que el alma era un ser natural, la forma del cuerpo vivo, y por tanto, su estudio, la psicología, era un apartado de la fisiología en su sentido original de teoría de la Physis o de la naturaleza, tal como podemos ver en el tratado aristotélico Del alma. Para Canguilhem, el proyecto de que la psicología sea una ciencia natural la hace depender de la fisiología o de la medicina y, por tanto, le impide tener un estatuto independiente.

2. La psicología como ciencia de la subjetividad
En el siglo XVII el declive de la física aristotélica marca el final de este proyecto y el nacimiento de la psicología como ciencia de la subjetividad, que para el autor irá a parar también a un callejón sin salida, aunque lo hará en tres etapas.
En la primera etapa, la psicología como ciencia de la subjetividad se convierte en una física del sentido externo. Los verdaderos responsables del advenimiento de la psicología moderna fueron los físicos mecanicistas que introdujeron la distinción entre la realidad y los datos que nos ofrece la percepción. Para ellos, la realidad se obtiene a través de la reducción de las ilusiones de la experiencia cualitativa sensible, que a partir de ese momento cae en descrédito.
La psicología da cuenta entonces del sujeto pensante como fuente de error. Su proyecto es el de una ciencia que explique porque el espíritu engaña de entrada a la razón respecto a la realidad. Y para ello se convierte en una física, en el sentido moderno de cálculo. Como tal buscará determinar las constantes cuantitativas de la sensación y estudiará las relaciones entre esas constantes, según el procedimiento enunciado por Descartes en sus Reglas para la dirección del espíritu (1637). La psicofísica y la psicología experimental del siglo XIX, donde se ubican Fechner y Wundt, tienen en la física moderna su origen y condición, es decir, dependen de ella.
En la segunda etapa, la psicología como ciencia de la subjetividad se propone como una ciencia del sentido interno o ciencia de la conciencia de sí. Pretende fundarse en la filosofía, en las Meditaciones de Descartes (1641), concretamente en la segunda, cuyo título afirmaya que, contrariamente a lo que pensaban los aristotélicos, el alma puede conocerse directamente, sin mediación. Por ello se basan en la observación de sí y tienen como método la introspección. Sin embargo, malentienden la teoría porque la meditación cartesiana no es una confidencia personal. Cuando, al inicio de la “Meditación tercera”, Descartes considera su interior para conocerse mejor apunta al Pensamiento mismo. El yo del Cógito no es un yo personal, sino impersonal; tal como dice el filósofo: “Soy una cosa que piensa”.
No debemos confundir este yo con el de la observación de sí mismo que preconizan los espiritualistas del siglo XIX. Para Canguilhem, esta psicología es sólo un aprendizaje de la sabiduría espiritual y se reduce, en definitiva, a una especie de pedagogía.
En la tercera etapa, la psicología como ciencia de la subjetividad se convierte en una ciencia del sentido íntimo y toma la forma de una autobiografía, una “técnica del diario íntimo” tal como podemos ver en Maine de Biran. Se produce un desplazamiento del “yo pienso” cartesiano al “yo quiero” biraniano, que funda la conciencia para sí, contra la exterioridad. Esta psicología entiende la conciencia como un conflicto entre un poder y una resistencia. Por otro lado, el hombre es una organización viviente asistida por una inteligencia. El alma necesita encarnarse y, por lo tanto, no hay psicología sin biología. Por esta vía se introduce la medicina mental, es decir la psiquiatría (Pinel, Esquirol).
A través de Charcot, la psicopatología médica culmina finalmente en el psicoanálisis, que introduce la idea de que los procesos psíquicos son inconscientes, es decir, que la psicología no se reduce a ser la ciencia de la conciencia. Entonces cuando la psicología se propone como ciencia del sentido íntimo se ve por un lado suplantada por la psiquiatría vinculada a la medicina y, por otro, por el psicoanálisis que subvierte la noción misma de sentido íntimo al decir que lo psíquico no coincide con lo consciente.

3. La psicología como ciencia de las reacciones y del comportamiento
Al plantear definir el hombre como una organización viviente asistida por una inteligencia, Maine de Biran indicaba con anticipación el terreno donde se iba a constituir en el siglo XIX una nueva psicología pensada como una biología de la conducta humana, como una ciencia de las reacciones y el comportamiento.
Canguilhem sitúa tres razones de este acontecimiento: 1) La constitución de una biología como teoría general de las relaciones entre los organismos y los medios, que marca el final de la creencia en la existencia de un reino humano separado. 2) El desarrollo de un régimen industrial que se orienta hacia el carácter productivo de la especie humana y marca el final de la creencia en la dignidad del pensamiento especulativo. 3) El final de la creencia en los valores de privilegio social y la difusión del igualitarismo es el fundamento real de un fenómeno de las sociedades modernas como es el de la práctica generalizada del peritaje, como manera de determinar la competencia y detectar la simulación.
En los siglos XIX y XX, la psicología de la reacción y del comportamiento creyó poder independizarse al separarse de la filosofía, es decir de la especulación que persigue una idea del hombre más allá de los datos biológicos y sociológicos. Sin embargo, al apoyarse en la biología, la psicología se hace instrumento de la ambición de tratar al hombre como instrumento, lo que la lleva a ahogarse en los tests, los peritajes y los procedimientos de orientación y selección.
La pregunta ¿qué es la psicología? Lleva al autor a preguntarse: ¿a dónde quieren llegar los psicólogos al hacer lo que hacen? ¿En nombre de qué se instituyen como psicólogos? La psicología reposa entonces, para él, sobre un desdoblamiento que no es el de la conciencia, sino el que se produce entre una masa de “sujetos” y una élite corporativa de especialistas que se invisten ellos mismos de su propia misión.
La filosofía plantea a la psicología la siguiente pregunta: “Dígame hacia qué tiende usted y sabremos lo que es”. Pero Canguilhem, con humor, sugiere: el filósofo puede dirigirse al psicólogo y darle un consejo orientador -una vez no crea hábito- y decirle: “Cuando se sale de la Sorbonne por la calle Saint-Jacques se puede ascender o descender; si se asciende, uno se aproxima al Panteón que es el lugar donde están algunos grandes hombres; pero si se desciende, uno se dirige seguramente a la Prefectura de policía”. Esta es la cita que Lacan toma en 1966: “... La psicología ha descubierto los medios de sobrevivirse en los servicios que ofrece a la tecnocracia; o incluso como concluye con un humor verdaderamente swiftiano un artículo sensacional de Canguilhem: en una resbalada de tobogán desde el Panteón donde están enterrados los grandes hombres, aunque entre ellos no haya ningún psicólogo, a la prefectura de policía (10). Como vemos Lacan borra la posibilidad de alternativa presente en el texto de Canguilhem: los psicólogos nunca reposarán en el Panteón de los grandes hombres, sólo pueden deslizarse hacia una tecnología del peritaje. Ahí la psicología encuentra su lugar y su fracaso.

II. El sujeto del psicoanálisis
En un homenaje realizado a Canguilhem tras su muerte (11), Elizabeth Roudinesco explica que esta conferencia constituye una respuesta teórica y política a su amigo y colega Daniel Lagache, que está tratando de resucitar la idea de una psicología clínica, para favorecer la expansión del Laïenanalyse, es decir del psicoanálisis practicados por laicos, lo cual en la época quiere decir por no médicos.
Para Canguilhem, la extensión de los estudios de psicología amenaza con imponer una teoría del sujeto distinta de la cartesiana, que es la del sujeto de la ciencia: un sujeto pensante, calculador, analítico y racional. La teoría del sujeto de la psicología es una falsa teoría del sujeto pensante.
Si el sujeto del cógito inauguró la vía de la ciencia moderna, Lacan agregará en Subversión del sujeto que se necesitó este paso para que pudiera surgir el psicoanálisis, en tanto este último opera sobre el sujeto de la ciencia, entendiendo con ello no que el sujeto del psicoanálisis es el sujeto cartesiano, sino que si la ciencia excluye la noción de subjetividad, el psicoanálisis opera sobre este sujeto que la ciencia excluye, forcluye (12).
(*) Referencia presentada en el Seminario del Campo Feudiano de Barcelona, consagrado a la lectura del escrito de J. Lacan “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsceinte freudiano”, en octubre de 2004.

Bibliografía:
1. J. Lacan. “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el incosnciente freudiano” (1960). En: Escritos 2, pp. 774-775. México: Siglo XXI Editores.
2. S. Freud. “La escisión del yo en el proceso defensivo”. En: Obras Completas, vol. XXIII. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1984.
3. J. Lacan. En: “Posición del inconsciente” (1964). En: Escritos 2, op. cit., pp. 810-811.
4. G. Canguilhem. “Qu'est-ce que la psychologie” (1956), publicado primero en Revue de Métaphysique et de Morale 1, Paris, 1958. Se reeditó  en Cahiers pour la analyse 2, Paris, 1966. Actualmente se incluye en el volumen de G. Canguilhem, Études d'Histoire et de Philosophie des sciences. París: Vrin, 1968.
5. J. Lacan. “La ciencia y la verdad” (1966). En: Escritos, op. cit., p. 838.
6. D. Lagache. La unidad de la psicología. Barcelona: Paidós, 1986.
7. G. Claparède. “La psychologie fonctionnelle”. En:  Acta Psychologica (1936).
8. D. Lagache, op. cit. , p. 62.
9. Ibídem, p. 23.
10.  J. Lacan. “La ciencia y la verdad” (1965). En: Escritos 2, op. cit., p. 838.
11. E. Roudinesco. “Situation d'un texte: 'Qu’est-ce que la psychologie?”. En: VVAA. Georges Canguilhem. Actas du Colloque. Paris: Albin Michel, 1992.
12. J. Lacan. “La ciencia y la verdad”. En: Escritos 2, op. cit., p. 837.