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domingo, 17 de febrero de 2019

SOBRE LAS COYUNTURAS DE DESENCADENAMIENTO DE LA PSICOSIS



En la etiología inmediata de la psicosis, se encuentra frecuentemente un proceso orgánico borroso (intoxicación, trastorno endocrino, puerperalidad, menopausia), casi constantemente una transformación de la situación vital(pérdida de una posición, de un sostén económico, jubilación, cambio de medio, pero sobre todo matrimonio, particularmente matrimonio tardío, divorcio, y electivamente pérdida de uno de los progenitores), y muy frecuentemente un acontecimiento con valor de trauma afectivo. Las más de las veces se descubre una relación manifiesta entre el acontecimiento crítico o traumático y un conflictovitalque persiste desde años atrás. Este conflicto, cuya resonanciaéticaes fuerte, va ligado muy a menudo a las relaciones parentales o fraternales del sujeto.
La acumulación de estos factores es, muchas veces, lo que parece determinar la eclosión de la psicosis. 
Jacques Lacan: De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, Barcelona, RBA, 2006, pág. 324 (1).

Estos párrafos corresponden a una investigación muy temprana de Jacques Lacan, su tesis de psiquiatría, De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, defendida en 1932, es decir, algo más de veinte años antes del comienzo de su enseñanza. 
Jacques Lacan se había interesado muy pronto por las psicosis y, desde 1928 a 1931, había escrito distintos textos donde se adhería a las tesis constitucionalistas de la época en relación a su etiología. Pero, ahora, en su tesis, se separará de ellas y apostará por la psicogénesis entendida como una reacción del psiquismo a la experiencia vivida, la llamada psicogenia.
Lejos aún de su entrada en contacto con el estructuralismo, que se producirá a finales de los años 40, Lacan se sirve ya del término “estructura” e investiga su papel en la personalidad, entendiendo por esta última: a) el desarrollo biográfico y las relaciones de comprensión que se leen en él, en el sentido de Jaspers, y los modos en que el sujeto vive su historia; b) la concepción de sí mismo que tiene el sujeto; c) la tensión en las relaciones sociales y los conflictos éticos que en ellas se juegan. La organización de todos estos elementos dará su sentido al síntoma en general que es por tanto psicógeno. También en la psicosis. La psicogenia de la psicosis es pues un asunto de significación. 
Esta idea de psicogenia constituye una superación de las tesis orgánicas y de las psicogenéticas constitucionalistas a la par que introduce una idea de estructura mental. Pero, paradójicamente, permite asimismo a Lacan conjugar factores orgánicos y psíquicos, como vemos en la clasificación citada de tres tipos de factores implicados en la etiología de la psicosis, que me han pedido comentar, y que ahora resumo: 1) orgánicos borrosos; 2) relativos a la transformación de una situación vital, la cual conlleva siempre una pérdida, un duelo; 3) referidos a un trauma afectivo, que implica un conflicto ético, con frecuencia vinculado a la familia (2). 
Para situar estos factores, es necesario enmarcar cada uno de ellos en una de las tres causalidades que Lacan examina: ocasional, eficiente y específica (3). 
La causalidad ocasional serían esos factores orgánicos borrosos mencionados, que Lacan califica como inespecíficos, y que son determinantes de los síntomas. Podemos tomar el ejemplo del puerperio, como él mismo cita, pero también podríamos, pienso, ampliarlo a otros muchos estados que parecerían implicar al organismo entre los que se cuentan el embarazo, la pubertad, etc.
La causalidad eficiente vendría dada por determinados factores, relativos a modificaciones de la situación vital, también considerados inespecíficos, pero que desempeñan un papel determinante de la estructura y de la permanencia de los síntomas. 
Sin embargo, lo que Lacan sitúa es que los “factores orgánicos borrosos” mencionados entrañan una modificación de la situación vital. Un embarazo o un parto no son solo algo que afecta solo al organismo, implican un cambio en la vida del sujeto: modificaciones en la relación con el cuerpo, en la idea de sí, en las identificaciones, separación, duelo, ahora diríamos, también, el encuentro con un real, etc. Ahora diríamos que en psicoanálisis no se puede pensar el organismo sin el cuerpo que ya es una construcción.
Y Lacan precisa asimismo que ninguno de estos factores orgánicos o de modificación de la situación vital, que pueden acompañar a la psicosis en el momento de su eclosión constituyen sus factores causales específicos. Hay que buscar algo previo (4), que él situará aquí en un desarrollo anómalo de la personalidad responsable de una fijación (5) que tiene un valor de trauma para el sujeto. Solo si hay ese factor previo, podría desencadenarse una psicosis durante estados como el embarazo o el puerperio. Esto quiere decir que los responsables no son los procesos orgánicos en sí mismos.
En el Caso Aimée, que Lacan estudia en su tesis, la causalidad eficiente queda situada en el conflicto moral con su hermana, y la causa específica de la reacción psicótica en una anomalía específica de la personalidad (que se define en hechos concretos de la historia afectiva), del desarrollo típico (comprensible), y de las funciones de la personalidad (evolutiva) la cual  se traduce en fijaciones afectivas al estadio de la constitución del superyó. 
Veinte años después, en su seminario de 1956-57, Lacan cuestionará la idea de psicogénesis, entendida en términos de relaciones de comprensión (6). Si bien allí se reafirma en la relación de la psicosis con el lenguaje, toma distancia de la significación y sitúa la forclusión como un mecanismo significante implicado en el desencadenamiento: la entrada en la psicosis se produciría cuando ante un agujero en la significación, se produce un llamado a un Otro que pueda responder, un Otro simbólico, llamado que queda sin respuesta (7). 
En el escrito que sintetiza este seminario, Lacan precisa el desencadenamiento a partir del encuentro con la forclusión de un significante, el del Nombre del Padre, que permitiría ordenar el conjunto de las significaciones del sujeto (8). 
Me limito solo a mencionar todo esto brevemente para decir que la forclusión del Nombre del Padre permite, en mi opinión, entender mejor el “trauma”, el agujero (en francés "trou") de la causalidad específica de la psicosis: el agujero en lo simbólico del que se trata. Y, aunque no será la última palabra de Lacan sobre las psicosis, posibilita ya leer muchos momentos de desencadenamiento de manera más clara: ya sea, por seguir con los ejemplos, en las llamadas psicosis puerperales o las de las mujeres encinta, pero también en muchos otros casos, se me ocurre, donde no hay ningún “factor orgánico” próximo por ejemplo en los momentos de asunción de la paternidad para algunos hombres: la imposibilidad de dicha asunción coincide con el inicio de la violencia hacia la pareja y las patadas en la barriga de la mujer ilustran, considero, de manera terrible el insoportable en juego. 
Otro ejemplo posible, entre otros muchos, es el de aquellos desencadenamientos frecuentes que se producen en la pubertad. ¿No es acaso esta última algo radicalmente distinto que el “despertar” de las hormonas a la que se la quiere reducir hoy en día? El encuentro con la alteridad del sexo conlleva el encuentro con un real ante el que los referentes simbólicos del sujeto no bastan. Por otro lado, el inicio del pasaje de la infancia a la vida adulta, es un momento de pérdida de identificaciones, es decir, de referencias, un momento de crisis, antes de que otras nuevas vengan a sustituirlas. 
Entonces, el encuentro con el sexo, la pubertad, la maternidad, etc., no son procesos naturales, del organismo: no tenemos ningún saber preestablecido, instintivo, al respecto y el encuentro con el real que se pone en juego para cada uno en ellos moviliza todo el sistema simbólico del sujeto para nombrarlos. En este sentido, son ocasiones propicias para el desencadenamiento en aquellos casos en que el llamado a lo simbólico no tenga respuesta y el sujeto se vea confrontado al agujero forclusivo, lo que produce un momento de perplejidad que puede resolverse en un pasaje al acto o con la invención de un delirio. 
Para finalizar, quiero decir que ante los neurobiólogos actuales herederos de aquellos organicistas, o de  aquellos órgano-dinamistas, con los que Lacan debatió, no podemos dejar de recordar una frase de la tesis, que mantiene más de ocho décadas después su lucidez y su vigor:
 “En el estudio de las psicosis, [el método clínico] cada día parece aportar alguna correlación orgánica nueva; si se presta atención, se verá que estas correlaciones, que no pensamos discutir, tiene solo un alcance parcial, y el interés que ofrecen les viene únicamente del punto de vista doctrinal que pretenden reforzar. No bastan sin embargo para construirlo. No se hagan ilusiones quienes acumulan esta clase de materiales: los hechos de nuestra ciencia no permiten hacer a un lado la preocupación por el hombre” (9).
* Texto publicado en Eslabón nº 3, boletín preparatorio de la XIX Conversación Clínica el Instituto del Campo Freudiano en España, Desencadenamientos,  el 30 de enero de 2019. 

Notas:
1. Para las citas de este texto hemos usado la siguiente edición: Lacan, J., De la psicosis paranoica en sus relaciones  con la personalidad, México, Siglo XXI Editores, 2000. 
2. Ibid., págs. 245-6.
3.Ibid., pág. 315.
4. Ibid.,pág. 230.
5. Ibid., pág. 315.
6. Lacan, J., El Seminario, libro 3: Las psicosis,Buenos Aires, Paidós, 1988, pág. 17.
7. Ibid. 
8. Lacan, J., “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, Escritos 2, México, Siglo XXI Editores, 2009.
9. Lacan, J., De la psicosis paranoica en sus relaciones  con la personalidad, op. cit., pág. 17.

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martes, 24 de noviembre de 2009

¿ARTE PSICOPATOLOGICO? ARTE, SIN ETIQUETAS

Desde el pasado mes de 22 de octubre puede visitarse en Valencia la exposición  “La pinacoteca psiquiátrica en España (1917-1990)". Gracias al deseo de su comisaria Ana Hernández, a su tesón y su buen hacer, la exposición permite ver una interesante muestra de la obra pictórica de distintos artistas, todos ellos pacientes ingresados en alguno de aquellos antiguos manicomios, que afortunadamente desaparecieron o se reciclaron con la reforma psiquiátrica iniciada en España a finales de los setenta. El interés de algunos coleccionistas particulares, a quienes pertenecen la mayoría de estas obras, ha permitido en muchos casos su conservación. Sin embargo, la titularidad privada ha hecho también que por lo general estén poco accesibles y sean para nosotros prácticamente desconocidas. Por ello, la labor de Ana Hernández es aún más valiosa.
La mirada de estos artistas sobre sí mismos, sobre su vida y las instituciones que los albergaban, el personal que los atendía y los tratamientos que recibían, permiten asimismo construir cierta historia de los ideales y las miserias de la historia de la psiquiatría española durante el siglo XX, no solo sobre sus instituciones y tratamientos sino también sobre su funcionamiento y día a día. Otros objetos presentes asimismo en la exposición, tales como libros, material fotográfico y audiovisual, colaboran a ello. Se trata, en estas obras, de una mirada con frecuencia lúcida, pero siempre singular, como lo es por otro lado cualquier producción artística.


El interés por las producciones de los pacientes psiquiátricos se despertó a finales del XIX tras la publicación del libro de Cesare Lombroso (1864) sobre la relación entre el genio y la locura. La célebre colección que el psiquiatra alemán Hans Prinzhorn, analizado con Jung, reunió en el hospital psiquiátrico de la Universidad de Heidelberg en 1921 testimonia de ello. 
Pero denominar tales producciones, como se hace con frecuencia, con la etiqueta de “arte de los enfermos mentales”, “arte psicótico” y “arte psicopatológico” introduce una problemática. ¿Hay que diferenciar entre las producciones de los pacientes psiquiátricos y los que no lo son? ¿Hay un arte normal o sano? Es más, el arte, ¿puede someterse a las categorías de normal o anormal, de sano o patológico? El intento del pintor francés Jean Dubuffet, en los años cuarenta, de sacar tales producciones del dominio de la psicopatología e incluirlas en la del “art brut” -"outsider art” o “arte marginal” en el mundo anglosajón-, no hizo más que mantener la diferencia con la obra de otros artistas, aunque desde otra perspectiva.
Sin embargo, más allá del nombre con que fueran calificadas es preciso reconocer el efecto positivo que se derivó del hecho de que la psiquiatría comenzará a interesarse por las personas encerradas en las antiguas instituciones asilares o manicomios, que se dirigieran a ellos, podríamos decir, suponiendo un sujeto a pesar de su mutismo -suposición necesaria, para el psicoanálisis, para que pueda hablarse de clínica. El efecto terapéutico que siguió, en algunos casos, a la realización de tales producciones, que cobran en ocasiones valor de realización sinthomática, tomando las palabras del psicoanalista Jacques Lacan, nos hacen pensar también en la tesis de Foucault de la locura como ausencia de obra.
El título de la exposición “Pinacoteca psiquiátrica” no entra en esta problemática al señalar solo la procedencia de las obras, pero su comisaria no elude tomar posición: “Estas pinturas no son un reflejo de procesos psicopatológicos (…) son representaciones artísticas (…) erigiéndose como un hecho cultural más allá de las etiquetas”. 
La exposición está alojada en el Centre cultural La nau de la Universidad de Valencia y podrá verse hasta el 24 de enero de 2010 (www.uv.es/cultura).
Y, para finalizar, otra noticia relacionada. El sábado 12 de diciembre tendrá lugar, en Bilbao, el segundo coloquio “Art and Psi” organizado por la Asociación Creaturas (www.creaturas.org), que reúne a psicoanalistas y artistas interesados en la producción artística en las psicosis. Del primer coloquio, que tuvo como título “Heterodoxias”, contamos con una publicación de idéntico nombre. Como colofón, esta vez, hay prevista una conferencia del psicoanalista francés Gérard Wacjman que tendrá por título “Violación de lo íntimo y respuestas del arte”.

Nota:
Las imágenes incluidas no pertenecen a la exposición. Son dos obras del pintor Jaume Manresa.