La imagen que tenemos de nosotros mismos es una construcción temprana y compleja, que tiene su origen en la manera que hemos sido mirados por el otro familiar y en lo que hemos hecho con ello. Esta imagen está entretejida de identificaciones, unas conscientes y otras inconscientes, siendo las primeras más fácilmente modificables que las segundas. Estas últimas son las responsables de que dicha imagen resista con tenacidad a los buenos razonamientos, a nuestros esfuerzos y a las promesas y logros de los bisturíes. Podemos cambiar nuestra apariencia pero la imagen que cada uno tiene de sí mismo no es fácil de cambiar, aunque no sea imposible hacerlo. Un psicoanálisis lo hace.
La imagen que cada uno tenemos de nosotros en tanto pertenecemos a un país, en mi caso a España, también es una construcción -lo mismo ocurre con nuestra pertenencia a una comunidad, comarca, pueblo, o a cualquier colectivo. Ser español, catalán, riojano o de Langreo, implica una suma de identificaciones algunas de las cuales también son inconscientes. Compartimos con aquellos que forman parte del mismo colectivo algunos gustos o maneras de sentir, pensar o hacer, es decir, ideales que se acompañan siempre de determinados modos de satisfacción. Esto crea la conciencia de cierta "identidad" cultural que siempre es parcial: nunca es, ni mucho menos, tan sólida y unívoca como ciertas tesis a veces defienden o nos quieren hacer creer.
La idea que tenemos de nosotros mismos como miembros de una colectividad es más sensible, reacciona más a la manera que tenemos de relacionarnos con el hecho de pertenecer a ella y a cómo nos afectan sus circunstancias. Es entonces más modificable.
Hay españoles que tienden al error de creer que no hay nadie como nosotros, en el mejor y en el peor de los sentidos. Hay cierta pendiente a creer que "nosotros valemos" así, sin más, por lo que no tenemos que demostrar ni que ganarnos nada. También encontramos la pendiente contraria, catastrofista: algunos creen que somos un desastre sin solución y que no hay nada que hacer.
Con frecuencia, los que creen una cosa u otra son los mismos, en momentos distintos. El movimiento de báscula de una a otra creencia se produce ante cualquier alegría o decepción.
Probablemente la crisis, cuyos efectos padecemos en España desde hace seis años, ha hecho aumentar el número de españoles que durante más tiempo y de manera más consistente comparten la segunda creencia. Pero ello no la hace más cierta.
Es fundamental cuestionarla. También, urgente. Primero porque no nos merecemos tener esta idea de nosotros mismos. En segundo lugar, porque no podemos perder el tiempo: es el momento de salir adelante, de mejorar nuestras carencias, de luchar por lo que queremos y de demostrar lo que valemos. No podemos sucumbir ante el propio malestar o el de los otros. Hay que convertirlo en algo productivo.
Por ello, me ha gustado esta iniciativa de También
somos así, un blog creado por iniciativa de la Asociación de Amigos de la Marca España, que se define a sí mismo como “un
espacio online que intenta cambiar la percepción que tenemos los españoles de
nuestro propio país a partir de las historias de españoles que son
emprendedores, innovadores, competitivos o solidarios”.
Con
motivo del Día de la Mujer, este blog nos hizo una serie de preguntas
a algunas profesionales sobre cómo somos las mujeres españolas. En esta página se pueden leer nuestras respuestas.
http://tambiensomosasi.es/las-mujeres-espanolas-tambien-somos/