Spider, la película que voy a
comentar a continuación es de David Cronenberg y está basada en la novela homónima
de Patrick Mc Gratth, quien escribió asimismo el guión de la película. Fue
estrenada en el año 2002.
La
historia comienza cuando el protagonista Dennis Cleg (Ralph Fiennes) es dado de
alta de un hospital psiquiátrico, donde se da a entender que ha estado
ingresado largos años, y llega en tren a la estación de la ciudad donde nació. Tras salir de esta última, avanza titubeante
por las calles vacías, donde el aire está por el contrario pleno de voces y
murmullos. Lleva un papelito doblado con una dirección en una mano, y una
maleta vieja, en la otra.
Camina,
se detiene a mirar algo, se agacha y coge un trocito apenas definido de
cualquier cosa… Sus movimientos son torpes al avanzar por ese paisaje urbano vacío
y destartalado, como todos los espacios que aparecerán en la película, que se podrían
pensar como una metáfora de su propio pensamiento fragmentado: apenas algunas
palabras, pobres e inconexas, desprovistas de entrada de todo sentido para sí
mismo y para el espectador.
Finalmente
llega a su destino, una vieja casa situada delante del depósito del gas, donde
una mujer mayor, la Sra. Wilkinson aloja, a cambio de una paga del Estado, a pacientes
recién salidos del hospital psiquiátrico, sin apoyo familiar, que no están
listos para vivir solos. Ella le acompaña a su habitación y, cuando él se queda
solo abre su maleta donde solo hay unos hilos de cuerda, un despertador, unos
trapos viejos y una pequeña libreta que rápidamente esconde bajo las tablas de
madera del suelo a la mirada ajena.
En esa
libreta él irá escribiendo ese pensamiento fragmentado que le invade, en un
intento de fijarlo, de conectar los trozos, de encontrarle sentido. El trabajo
del delirio está en marcha.
Parecería
que le han dado el alta después de muchos años porque se ha estabilizado en lo
que podríamos considerar un estado esquizofrénico crónico y residual. Sin
embargo, la vuelta a la ciudad, el encuentro con el depósito del gas, dispara sin
que el espectador lo sepa aún, el delirio.
A modo
de thriller, la trama de la película
se despliega avanzando y retrocediendo en las escenas de la actualidad, del Dennis
adulto parasitado por el delirio, y las del recuerdo del pequeño niño Spider, nombre
que su madre (Miranda Richardson) le daba en la infancia por su pasión por
jugar con hilos de cuerda -el apellido “cleg” es también, como nombre común, el
nombre de un insecto, un tábano.
Sin
embargo, esa pasión por el juego de hilos quizás deriva ya de un recuerdo
infantil de esta última: cuando era niña le gustaba salir por la mañana al
campo y ver las “telas” colgando de los árboles como muselinas; solo al
aproximarse ella comprobaba que no eran tales: aquellas telas vaporosas, poco
tupidas eran en realidad telas de
araña. Y si prestaba más atención, ella podía distinguir “las bolsas perfectas de
huevos de la araña”. ¿Qué hacía la araña después de entretejer con seda estas
bolsas para sus huevos? -le pregunta él. “Nada” –responde ella: “Seca y vacía
tras poner los huevos, les daba la espalda y se alejaba. No tenía más seda”.
Imagen
hermosa y terrible donde las crías se las tendrán que arreglar solas y la madre
muere.
Poco a
poco, aparecerán, una por una, las escenas de la infancia de Spider, las que
antecedieron a su ingreso en el psiquiátrico, las que darán algún sentido a lo
que pasó. De entrada, parecen banales. El niño a solas con su madre, y luego el padre (Gabriel Byrne) que
viene y hace intrusión con su deseo hacia su mujer. En el momento en que Spider
ve una escena sexual entre los padres, donde la madre aparece también como mujer
deseante, todo se desencadena.
Poco
después, su madre le envía al bar a buscar al padre y allí ve por primera vez a
Ivonne, una prostituta del pueblo, que le enseña un pecho a la vez que se ríe
de él con obscenidad. Esta mujer
pasa a partir de entonces a ocupar
toda la escena, en la infancia y en el recuerdo.
Dennis
juega entonces encarnizadamente a los rompecabezas, desesperándose por no encontrar
la pieza que falta que haga encajar todo. El agujero se hace presente.
Poco después
el padre comienza a tener una relación con Ivonne. Cuando la madre los descubre
juntos, el padre la mata y lleva a Ivonne a vivir con ellos a casa.
Ivonne
constituye un Otro del goce obsceno y feroz que le relata como ella y su padre
han matado a su madre. Spider acusa entonces a su padre de asesinato a lo que
este responde perplejo, muy
preocupado por su hijo.
En ese
momento, el espectador encuentra la primera incoherencia, duda de lo que pasa,
de lo que ha visto hasta entonces: ese padre librado a su propio goce, que ha
matado a su mujer y ha llevado a
casa a su cómplice, está verdaderamente preocupado por su hijo. Cuando
su padre le pregunta si realmente piensa que él ha matado a su madre, Spider lo
niega, pero miente.
Luego el
espectador enfrenta una segunda incoherencia: Dennis lleva la foto de Ivonne en
su cartera, que guarda en un calcetín dentro de su bragueta, y la saca para
manosearle la zona de los pechos.
El
recuerdo de la Ivonne de su infancia invade a partir de ello la realidad de
Dennis: la cara de la Sra. Wilkinson, la patrona, toma la cara de Ivonne y se
comporta con la misma obscenidad que aquella. La situación deviene insostenible
en el recuerdo de la infancia y en la actualidad. Ambos se superponen. El
delirio lo ha invadido todo.
Dennis
empieza a recoger hilos y cuerdas por la calle y a hacer montajes, tramas, con
ellos en su habitación. El espectador no sabe aún para qué lo hace pero justo
ahí se precipita el desenlace del thriller.
Decide
librarse de ese Otro gozador que ha devenido la figura de la Sra. Wilkinson/Ivonne.
Cuando está junto a su cama una noche dispuesto a matarla mientras duerme, piensa
en cómo de niño quiso librarse de Ivonne e inventó un mecanismo de hilos y
cuerdas a través del cual consiguió abrir la llave del gas en el momento en que
ella está sentada adormilada en la cocina, también por la noche.
Ivonne
muere asfixiada y el padre acusa a Spider de haber matado a su madre.
Y
entonces el espectador comprende que Ivonne nunca ha sido otra que su madre, esa
mujer deseante en cuyo encuentro se produjo el desencadenamiento infantil de Spider.
De hecho, el espectador mismo reconoce por primera vez que la madre e Ivonne
son la misma actriz, la cual también hace el papel final de la Sra. Wilkinson.
Podemos
considerar la obscenidad de Ivonne como un retorno de lo forcluido, de eso que en
el encuentro con el goce, el sujeto arrojó fuera del cuerpo de lo simbólico. Eso
que retorna desde lo real.
De hecho,
el término “obsceno” viene de la tragedia antigua griega donde remitía a eso
que estaba fuera de la escena narrativa por estructura, eso que nunca podía
aparecer en ella, puesto que esta es siempre una construcción que tiene un
marco simbólico-imaginario. Lo obsceno remitía allí al agujero de lo real en lo
simbólico de la sexualidad y de la muerte: así el incesto de Edipo con Yocasta o la muerte de Antígona
no aparecían nunca en escena durante las representaciones… Siempre requerían para
introducirse en la escena de la aparición de un Mensajero que llegaba y contaba
lo que había sucedido a los espectadores, tejiendo así el agujero con palabras.
Del
fantasma al delirio los sujetos construyen distintas modalidades de relatos,
tras su encuentro con el agujero, que se corresponden, a su vez, con distintas figuras del Otro: un Otro
sin barrar en el primero, un Otro del goce en el segundo. De la neurosis a la
psicosis encontramos distintos modos de solución a agujeros distintos: el
represivo o el forclusivo. Si el último Lacan nos dice que la forclusión es
generalizada para el ser hablante, eso no es óbice para distinguir distintos
modos de forclusión, para buscar en cada caso qué es lo forcluido o de qué
forclusión se trata.
Por otro lado, con
su concepto de sexuación, Lacan nos enseña que se requiere de la mediación del
significante fálico para el sujeto pueda tener una relación soportable con su
goce. Cuando esa mediación no existe, como ocurre en la psicosis, el sujeto ha
de suplir esa falta con alguna invención distinta que le permita introducir una
regulación con el goce.
Estos inventos
pueden ser muy variados, totalmente singulares. Pero, tal como podemos leer ya
en “De una cuestión preliminar…”, para los casos P0 à F0.,
un modo clásico es el delirio.
Es la solución que
encontramos en Spider: con el nombre que le da la madre el sujeto teje un
delirio alrededor del agujero forclusivo que se le abre en el encuentro con la
inexistencia de La mujer. Esa inexistencia respecto a la que hombres y mujeres
tienen que situarse para alcanzar una posición sexuada. En su caso, el delirio
como solución no le permite acceder ni a la virilidad ni al encuentro con un
partenaire.
Quizás podamos
leer así para acabar una frase de otro huésped de la casa donde vive Spider
cuando descubre que este último lleva superpuestas todas sus camisas: “La ropa hace al hombre –dice- y cuanto menos hombre más ropa
hace falta”. Es la manera de Dennis/Spider de intentar hacerse un cuerpo.
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