"Una habitación donde siempre llueve"( 1992), de Juan Muñoz. Plaza del Mar, Barcelona. Foto de Barcelona Skyline |
El pasado 6 de
abril se celebró en la Sede de Barcelona de la Comunitat de Catalunya de la
ELP, el seminario que el Consejo de Administración puso en marcha en cada
comunidad como trabajo preparatorio del Segundo Congreso Europeo de
Psicoanálisis, PIPOL 6: Después del
Edipo las mujeres se conjugan en futuro.
Después del Edipo, todos analizantes
fue el título elegido por el Consejo para esta mañana de trabajo. En la
presentación, Begoña Ansorena, secretaria y tesorera de la CdC-ELP, recordó el
contexto del título y sus coordenadas: el Consejó lo decidió en relación al
tema de las simultáneas de PIPOL 6 y, en las orientaciones que nos dio para el
trabajo, planteó que se trataba de explorar “la triangularización formada por
el caso, la institución y la experiencia del practicante como analizante”.
Podemos extraer allí, señaló, tres ejes: “El del terapeuta con el paciente (el
caso), el del terapeuta con la institución, y el del terapeuta con su propio
análisis”. Después del Edipo
trae a primer plano así la fórmula “todos analizantes”: “El practicante –sitúa
el texto del Consejo- es también (en otra escena, pero no segregada)
analizante. (…) Todos iguales frente a la experiencia del inconsciente y de lo
real, pero también uno por uno en la no-relación singular”.
El seminario se
organizó alrededor, y a partir, de los trabajos de tres miembros de nuestra
comunidad: Susana Brignoni, Estela
Paskvan y José Ramón Ubieto. Y contamos para su despliegue, con los
comentarios y la animación de dos miembros del Consejo que se desplazaron a
Barcelona para trabajar con nosotros: Mónica
Unterberger (Madrid), y Fernando
Martín Aduriz (Palencia).
Después de la
breve presentación, los tres ponentes leyeron sus textos. Pudimos escuchar las
distintas resonancias que el título y las orientaciones del Consejo habían
producido en cada uno de ellos, así como la elaboración singular que habían
seguido. Como los textos saldrán publicados en Freudiana 68, me limitaré aquí a reseñar las cuestiones que más
resonaron y se retomaron en el debate posterior.
Algunas cuestiones extraídas de los textos
Susana Brignoni comenzó
interrogando el término “analizante” para situar seguidamente que un analizante
extrae consecuencias de su propia experiencia. Afronta el encuentro con el S(A
barrado) y avanza en permanente tensión entre la elaboración de saber y el
agujero a mantener hasta el encuentro con el acontecimiento de goce, producto
del encuentro entre el significante y el cuerpo: eso que goza en silencio pero
que sin embargo habla.
A partir de la
experiencia con el propio goce, el analizante puede hacer algo con él y con el
otro: su propia experiencia sobre lalengua le da acceso a la del otro.
El texto de José Ramón Ubieto ilustró acerca de
cómo la experiencia extraída de su propio análisis sobre unas respuestas
hiperactivas que afectaban a su cuerpo, en forma de accidentes sin
subjetivación posible, le permitieron descompletar el diagnóstico de TDAH con
el que vino un niño a la consulta y orientar la cura hacia la invención
sintomática.
La frase materna “eres
un inconsciente” que sancionaba estas conductas propias le llevó a la cuestión
de la inconsciencia del padre, bajo la forma del reproche “Padre, ¿no ves que
estoy ardiendo?”. Sin embargo, su análisis le llevó a poder situar después que,
en el encuentro con el goce, el silencio del Otro es estructural. Cernir ese
punto le permitió entender que hay en cada caso algo fijo que el sujeto no
puede dejar de atender, y que ese algo tiene que ver con el eco en el cuerpo de un decir.
Entonces, tal y
como señaló Estela Paskvan, después del Edipo la brújula es el sinthome, lo real del goce como
acontecimiento de cuerpo. El analista del siglo XXI es aquel que, en los
distintos lugares donde ejerce su práctica, enfrenta los nuevos malestares del
siglo. No se trata tanto de dónde trabaja sino de que, lo haga donde lo haga,
se mantenga en el discurso analítico.
Trabaje solo o
con otros, en el momento del acto, el analista siempre está solo. Por eso es
necesaria una Escuela donde proseguir la formación que es permanente y donde
resolver los interrogantes que la clínica plantea. Se trata de construir una
comunidad de experiencia.
El analista
actual -señaló- es discreto. Sin embargo, generar y participar en movimientos
es más y más perentorio; la urgencia por defender la causa analítica es cada
vez mayor.
La conversación
En la segunda
parte, tuvo lugar el debate que estuvo coordinado por mí misma, en tanto
directora de la Comunidad, y animado por Fernando Martín Aduriz y Mónica
Unterberger, los dos consejeros que vinieron a trabajar con nosotros. Por mi
parte, me pareció interesante subrayar que para aproximar un tema es necesaria siempre
una posición de lectura, lo que conlleva poder poner una distancia, un
cuestionamiento, una desuposición de saber (1), no solo sobre lo que se nos
dice, como señaló Lacan en 1972, sino también, como él mismo había señalado ya
en 1955 (2), en relación a uno mismo, a lo ya sabido. Es importante no dar el
enunciado por evidente sino hacer el ejercicio de transformarlo en una x, un
enigma, abordarlo con un ¿qué quiere decir? Esto se pone especialmente en juego
cuando el título se presenta como una afirmación, como ocurre con el título del
Segundo Congreso europeo o con el título mismo de este seminario. Es necesario
dialectizar estos enunciados afirmativos, con el fin de que no devengan
imperativos y, al enmudecernos, nos impidan producir.
A continuación,
cada uno de los consejeros desplegó un comentario recogiendo distintos puntos
de cada texto.
Mónica Unterberger señaló de
entrada el malestar actual de la civilización, cuyas coordenadas son la ciencia
y el capitalismo y cuyos síntomas visibles irrumpen tanto en la cultura como en
el caso por caso. El psicoanálisis tiene cada vez instrumentos más afinados
para abordar unos y otros, pero tenemos que cuidar –precisó- la manera en que
nos relacionamos con este saber, la forma en que lo usamos.
En esta línea,
hizo referencia al planteamiento que hace Christine Le Boulengé (3), en
relación a su experiencia en la institución: si los significantes que utilizamos
en psicoanálisis están en posición de ideal son ineficaces, no podemos
servirnos de ellos para orientarnos en la clínica: no agujerean el discurso del
amo sino que lo alimentan.
Por ello, el
trabajo de las simultáneas del Segundo Congreso pretende sacar a la luz el
trabajo de los practicantes en las instituciones, tomando en consideración las
dificultades con que ellos se topan pero también los hallazgos que les permite
su posición de analizantes, así como el discurso que sostiene o atraviesa a cada
una de ellas.
Entonces, se
trata de tomar el “todos analizantes” no como un ideal sino como una
orientación, un enunciado que permite depurar la experiencia analítica de cada
uno. Y, así, acceder “a la función del saber en su modo más subversivo” (4).
En relación al
sintagma lacaniano “después del Edipo”, presente tanto en el título del
congreso como en el del seminario, Mónica Unterberger insistió también en que
se trata de ponerlo a trabajar. De ningún modo implica prescindir de la
estructura sino que se trata de ver los anudamientos RSI de cada uno, lo que
hace de marco, lo que desborda el marco, lo singular.
¿Cómo puede
abordar el psicoanálisis las manifestaciones del real sin ley propio de nuestra
época que se manifiesta en un recrudecimiento del fundamentalismo
institucional, en la locura del cientificismo ilimitado, en el desenfreno
obsceno del capitalismo y en un malestar que, a veces, lleva a lo peor? Ésta es
la urgencia –señaló Mónica Unterberger, que convoca a los psicoanalistas hoy.
Por su parte,
Fernando Martín Aduriz comenzó haciendo referencia a un artículo de Javier
Sampedro, publicado en El País digital
dos días antes (4.4.2013), con el titulo: “La verdadera interpretación de los
sueños”. Tal como avanza el subtítulo, “Científicos de Kioto logran descifrar
la actividad de la mente dormida”, el autor plantea en el texto que la
neurología ya está solo a un paso de leer los sueños, si es que no lo ha dado
ya, porque “Yukiyasu Kamitani y sus colegas del Laboratorio de Neurociencia
Computacional ATR, en Tokio, han puesto a punto una especie de diccionario que
traduce la actividad cerebral de sus voluntarios humanos durante el sueño”. Hay
que decir, lo cual ya habla por sí solo, que además la muestra estudiada fueron tres
individuos.
Fernando Martín
Aduriz explicó que al ver el título en el periódico digital, él y otros colegas
consiguieron presionar para que en la primera página de la versión impresa se
cambiara por: “La interpretación real de los sueños” (El País, 6.4.2013). Así, si en la versión primera se da a
entender que hay una interpretación verdadera de los sueños, que no es la
nuestra, en la segunda versión, no se trata de que nuestra versión no sea
verdadera sino que quizás sea un poco irreal, lo cual es un impacto un poco
menor.
En todo caso, es
un ejemplo más entre muchos que confirma la urgencia, señalada por Estela
Paskvan en su texto, de defender la causa analítica. No podemos no participar.
El TDAH, que toma
José Ramón Ubieto en su texto, es un significante amo actual que da una versión
desubjetivada del sufrimiento humano. Y nosotros -señaló Martín Aduriz- podemos
incidir en él.
Pero, ¿cómo
podemos hacerlo? Retomó entonces una frase del trabajo de Susana Brignoni según
la cual “los psicoanalistas somos sabios de un saber sobre el que no podemos
conversar” (5).
¿Cómo hacer para
que nos asociemos, para no dejar de hacerlo, para sostener una Escuela
construida sobre un imposible, cómo hacer lazo con el otro, cómo soportar la
diversidad y sostener nuestra singularidad?
Por otro lado,
¿qué analista después del Edipo? Se refirió de nuevo entonces al texto de
Estela Paskvan: el analista es el que surge del desecho, el que sabe serlo. Ha
de aceptar la opacidad de lo real del goce que nunca se liquida, que insiste en
volver siempre al mismo lugar.
A continuación,
se inició el debate que fue muy animado y contó con numerosas e interesantes
intervenciones. Por razones de extensión, me limitaré a señalar asimismo solo
algunas de ellas.
Hebe Tizio señaló que el sintagma
“después del Edipo” es una orientación a tomar el discurso analítico desde otra
perspectiva, con un uso más pragmático.
En el fondo,
implica un cuestionamiento del analista que, tal como señala el término
“analizante”, es un producto del discurso analítico, no es extraterritorial. Cuando
Lacan hablaba de su posición analizante se preguntaba: “¿De dónde viene eso,
esa enseñanza cuyo efecto soy?” (6).
Francesc Vilà señaló la pasión
actual por la univocidad de la lengua, por querer eliminar su equivocidad: por
ejemplo se diagnostica de TDAH, de manera unívoca, a un niño con problemas de
atención.
José Ramón Ubieto retomó una frase
del texto de Susana Brignoni, “La conversación es la manera de hacer con el
imposible”, para señalar que el progreso de la tecnología y el discurso de las
neurociencias avanzan en la dirección de borrar el imposible con un ideal de
univocidad sin querer saber nada, sin hacerse cargo del retorno pulsional que
ese borramiento produce en sus modos más funestos. El analista no puede
abstenerse de intervenir para señalar ese funcionamiento sintomático.
A continuación
surgieron varias preguntas y comentarios en relación al tema del saber del
analista, y de su no saber.
Volviendo a la
cita de Lacan mencionada antes, “Los psicoanalistas son los sabios de un saber
acerca del cual no pueden conversar", Susana Brignoni señaló que la conversación requiere la caída de
la posición de sabio. Hay que pagar con la propia persona, como hizo el mismo
Lacan, para poder avanzar.
Mónica Unterberger hizo hincapié en
operar desde el “no saber”, noción que, como advirtió también Estela Paskvan, no se debe banalizar.
No se trata de no saber sino de una posición en relación al saber. Me parece que en este punto
podemos recordar que Freud mismo ya había señalado la necesidad de “olvidar” lo
ya sabido y escuchar cada caso como si fuera el primero. Podemos resumir: la
necesidad de escuchar. Lacan retomó el consejo freudiano en el subtítulo
de uno de sus escritos: “Lo que el psicoanalista debe saber: ignorar lo que
sabe” (7). Unas páginas más adelante añadió que el analista no
se puede adentrar en la práctica sino “reconociendo en su saber el síntoma de
su ignorancia”. (…) La ignorancia no debe tomarse aquí como una ausencia de
saber sino (…) como una pasión del ser, una vía en la que el ser se forma, y
que es la forma más elaborada del saber (8).
Ese mismo año,
Lacan hace un señalamiento similar en relación a la lectura cuando se pregunta
qué quiere decir saber leer: hay gente que parece que lee pero solo lo simula:
ya “sabe” lo que pone el texto y ya no se molesta en leer lo que pone (9).
Entonces, se
trata de interrogar en este caso el título “todos analizantes”. No dar por
supuesto lo que quiere decir. Cuando nos interrogamos sobre ello, y mostramos
nuestro no saber, lo que no entendemos, algo de lo que decimos puede resonar en
otros, en lo que ellos tampoco entienden. Y esto permite conversar y avanzar.
En relación a
esto, el nuevo título del Segundo Congreso también ha sembrado desconcierto
-como sabemos, el título cambió el pasado mes de marzo después de unos días
taquicárdicos de eventos y noticias: liberación de Rafah, Conversación Clínica
en Barcelona, creación del Instituto Internacional Jacques Lacan. Tengo que
decir que, de entrada, yo también sentí desconcierto. Sin embargo, el nuevo
título ha adquirido para mí después toda su lógica.
Después del Edipo las mujeres se conjugan en futuro, podemos pensarlo me parece como una vuelta más
respecto al título de este Seminario de la Escuela. El “todos analizantes”
implica mantener abierta la dimensión del agujero del S(A barrado), es decir,
salir del funcionamiento “todo” que provee el falo y regirse por la lógica del
“no todo”. Esto lleva a “las mujeres se conjugan en futuro”, entendiendo este
enunciado lógicamente: en tanto la lógica del “todo” es la lógica de la
tradición y de lo ya escrito, es decir, una lógica masculina, la lógica
femenina del “no todo” es la lógica del futuro. Ella atraviesa los modos de
lectura tradicionales para leer la clínica y la civilización a partir de la
lógica del “no todo”. Sin embargo, me quedan dos interrogantes: ¿Por qué hablar
de las “mujeres” si estamos hablando de la lógica femenina? ¿Y por qué seguimos
refiriéndonos al futuro cuando esa lógica hace tiempo que ya está aquí sin
esperarnos?
Para finalizar, quiero agradecer en especial a Susana Brignoni, José Ramón Ubieto y Estela
Paskvan, cuyos textos nos permitieron trabajar, así como a Fernando Martín
Adúriz y Mónica Unterberger su compañía, su tiempo, su esfuerzo y sus aportaciones, que han sido importantes para nosotros, así como la compañía, aportaciones y comentarios de todos los asistentes y participantes. Todo ello ayuda a construir y sostener una
comunidad de experiencia.
Notas:
1. Lacan,
Jacques: El Seminario, libro XX: Aún
(1972-1973). Buenos Aires.: Paidós, 1992, pp. p. 80 y 83.
2. Lacan,
Jacques: El Seminario, libro III: Las
psicosis (1955-1956). Buenos Aires: Paidós, 1984, p. 297.
3. Le Boulengé,
Christine: “Ce qui anime le
fondateur laissera sa trace sur l’institution et sur ceux qui y travaillent”.
En: PIPOL News 11.
4. Lacan,
Jacques: El Seminario, libro XVI: De
un Otro al otro (1968-1969). Buenos Aires: Paidós, 2008, p. 220.
5. Lacan,
Jacques: “Del psicoanálisis en sus relaciones con la realidad” (1967). En: Otros escritos. Buenos Aires: Paidós,
2012, p. 379.
6. Lacan,
Jacques: El Seminario, libro XX: Aún
(1972-1973). Buenos Aires.: Paidós, 1992, p. 38.
7. Lacan,
Jacques: “Variantes de la cura-tipo” (1955). En: Escritos, t. I. México: Siglo XXI Editores, 1984, p. 338.
8. Ibídem, pp. 344-345.
9. Lacan,
Jacques: El Seminario, libro III: Las
psicosis, op. cit., p. 297.
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