El
pasado fin de semana tuvieron lugar las jornadas anuales de la ELP, cuyo título y tema de trabajo fue: “Un nuevo amor… Destinos del amor en la
experiencia analítica” (1). El lugar del encuentro fue la bella ciudad de
A Coruña, que obsequió con generosidad a los cerca de trescientos participantes
en las jornadas, su espléndido paisaje, su luz y su cielo en cambio constante, su gran
gastronomía y la simpatía y amabilidad de sus gentes, cualidades estas últimas
bien representadas en la comisión de organización.
Esta vez
las Jornadas no comenzaron con una apertura sino con una “bemvida” inscrita en
el programa, que escribo en gallego, para que nos dejemos atravesar un poco por
la lengua del otro y su melodía, tan importante en el amor. En ella, las
palabras de Carmen Cuñat, presidenta de la ELP, y las de Leonardo Gorostiza,
presidente de la AMP, que no pudo venir pero cuya carta de almor ella nos leyó,
se mezclaron con los poemas de algunos poetas gallegos universales como Martín Codax o José Ángel
Valente, recitados magníficamente por el colectivo talentoso “Jóvenes sin
talento dos”.
Leonardo
Gorostiza recordaba en su carta una conferencia que J.-A. Miller dio hace casi
veinte años en el País Vasco (2), donde para situar las pasiones del ser, amor,
odio e ignorancia, al final del análisis, toma como fuente de inspiración la
transformación de la ignorancia, que Freud llamó represión, en deseo de saber.
De la pasión al deseo, de algo que se sufre a algo que da margen a una
iniciativa.
Esta
transformación –señala Miller- se produce también en el amor. Al final del análisis, el sujeto puede
consentir en ampliar la condición de amor, que es muy estrecha. Cuando Lacan
habla de invención, se trata –añade- de la diferencia entre un sujeto sometido
a la condición de amor y un sujeto que supuestamente ya no está sometido a
ella, de tal manera que tiene un posibilidad nueva de inventar algo en ese
campo: un amor no cautivo de lo necesario sino abierto a la contingencia. Entonces, “no más amor que sea reedición o pasión, sino un amor que sea
voluntad”. “No más odio, sino lucha”. Una voluntad de amor, concluyó Gorostiza.
Después
de la bienvenida, comenzó el trabajo de las mesas, dos plenarias y
veintiséis simultáneas -en estas últimas se leyeron y debatieron cincuenta y dos ponencias-, repartidas entre el sábado y el domingo. Me limitaré aquí a
señalar algunos puntos, los que más me llamaron la atención, del trabajo de las
primeras, es decir, de las dos plenarias.
La primera plenaria tuvo como título “El amor al final del análisis”. Cinco
analistas de la Escuela Una nos dieron su testimonio sobre ello.
Cada texto fue comentado en primer lugar por Gil Caroz, presidente de la Eurofederación de Psicoanálisis,
quien acompañó el trabajo de la ELP durante todas las Jornadas. Asimismo, cada uno fue leído por un colega, que formuló una pregunta al autor. Esta modalidad
de trabajo introducida por la comisión científica, novedosa en las plenarias de
nuestras jornadas, dio, a mi parecer, un buen resultado.
Guy
Briole recordó la deflación que sufre el deseo al final del análisis y se
preguntó cómo hacer cuando el
deseo ya no es más el deseo del Otro.
Lacan no
hace del fracaso (ratage) del amor una condena definitiva sino que habla de un
amor civilizado. Se trata de un amor que ha aceptado dicho fracaso.
La
relación con el analista implica el amor, amar el inconsciente. Pero la caída
del sujeto supuesto saber implica la caída de la pasión amorosa por el
inconsciente. Es sustituida por el deseo el analista, el cual implica una nueva
relación con este último, lo que no quiere decir que no haya más formaciones
del inconsciente sino que implica abrir una lectura que permita una transmisión de la
experiencia.
A
continuación, Guy Briole introdujo dos cuestiones que me resultaron novedosas.
La primera es que para el hombre no se trata tanto de dejar de buscar en la
mujer un sustituto materno, sino de no buscar más una mujer que el padre
podría amar.
La
segunda cuestión fue que, asimismo para el hombre, se trata de dejar de hacer un síntoma
de una mujer, es decir, de hacer de ella un complemento que tapone su castración. Dejar de hacer un síntoma de una mujer, para hacer de ella un partenaire. Guy Briole separó así la mujer como síntoma de la mujer como partenaire, que sería una nueva elección.
Los
hombres tienen tendencia a situar a la mujer en el lugar del falo, para evitar
la castración. Se trata de que ella no esté toda para él en ese lugar. Pues si
bien las mujeres tienen tendencia a que el hombre sea “todo” para ellas, como
señaló Lacan, es como “no todas” que ellas aman. Y hay que aceptarlo.
Hacer de
una de ella un objeto de interés singular, interesarse por lo que es, por sus
objetos es más una nueva relación que un nuevo amor. E implica el movimiento
del hombre hacia una posición femenina donde él mismo estaría tomado en la
lógica del “no todo”, lo cual no implica la desvirilización.
Si bien
Lacan, en el Seminario XX sitúa el "no todo" del lado femenino, en el Seminario XXI plantea que los hombres también se pueden ubicar en él. El “no todo” concierne a todos. Esto
implica -señaló- una nueva orientación de la práctica analítica, a pensar para el
próximo Congreso de la AMP, cuyo título, recientemente
modificado, es: “Un real para el siglo XXI”.
Araceli
Fuentes planteó que una mujer con una estructura histérica, lo sepa o no, no es
toda histérica, también es Otra para sí misma. Pero no por hacer la experiencia
del goce femenino se está en la lógica del "no todo"; al contrario es porque
alguien se sitúa en esta última lógica que está en una posición femenina.
A este
respecto Gil Caroz señaló que su trabajo elevaba la relación entre el hombre y
la mujer a una lógica, donde finalmente se veía que no es el hombre el que es
un estrago para una mujer, sino que es la lógica del “todo” la que resulta
estragante para la lógica del "no todo".
Paola
Bolgiani planteó que al final del análisis, después de dejar de amar al objeto
ideal, es posible amar algo del objeto y sus condiciones. Tras la
caída del objeto fálico, emerge la contingencia del objeto, recortado y caído.
Se produce un vacilación en el sujeto que se pregunta entonces por el amor que es entonces posible.
¿Cómo
conectar con el otro cuando ya no tiene consistencia ni es una garantía de
saber? ¿Cómo hacer cuándo el deseo ya no es el deseo del Otro para que no sea
autorreferencial?
Paula
Bolgiani señaló el bien decir como un nombre nuevo del amor. Un bien decir que
toma el cuerpo y a través del cual contingentemente la Escuela exsiste.
En
relación al pase planteó que es como una cuerda floja tendida sobre el vacío
excavado por la pérdida de los puntos de apoyo identificatorios y
fantasmáticos. En las entrevistas con los pasadores, puede producirse o no un encuentro. Se trata
de hacer exsistir la Escuela para que pueda haber un encuentro de amor.
Pero aunque al final del análisis hablemos de un amor más próximo a lo real, esto no quiere decir que podamos acceder a lo real sin mediación, solo quiere decir que el amor no está mediatizado por el fantasma.
Pero aunque al final del análisis hablemos de un amor más próximo a lo real, esto no quiere decir que podamos acceder a lo real sin mediación, solo quiere decir que el amor no está mediatizado por el fantasma.
Gil
Caroz señaló que no hay garantía de que pueda producirse un encuentro de
amor. Pero hay que introducir en el cálculo la contingencia, que no se
calcula.
Pilar
González planteó la idea de tener al final del análisis la escuela como amor y
como partenaire. En relación al affecto societatis señaló que el encuentro con
S(A/) hace que el otro no esté idealizado, que no tenga consistencia, lo que
permite un encuentro que acepte la diferencia del otro, que pueda hacer algo
con el propio goce del síntoma y el goce del síntoma del otro.
Bruno de
Halleux hizo referencia al viraje producido en su análisis desde lo que llamó, siguiendo a Éric
Laurent (3), un psicoanálisis triste, mortificado por los límites de la
castración, y un psicoanálisis, donde el sujeto decide salir de esa posición y
jugar el juego. Fue un movimiento de báscula desde un S1 reducido a la
impotencia, a un S1 desconectado del S2, reducido al sinsentido y a la letra.
Eso permitió pasar de un “solo soy eso” a un “yo soy eso”, que constituyó un
nuevo punto de apoyo.
La segunda plenaria, el domingo, tuvo como título: “El psicoanálisis, el
porvenir”. Contó primero con una alocución del nuevo presidente de la ELP, Antoni
Vicens, elegido por la asamblea la noche anterior; y finalizó con la conferencia
de clausura, a cargo de Miquel Bassols, miembro del Consejo de la AMP y adjunto
a su presidencia.
Invertiré
en estas notas el orden de ambas intervenciones para finalizar con unas palabras del primero.
Los tres
términos están presentes de manera especial en otros tres eventos que desde hace
tiempo nos ocupan. Se trata de estas XI Jornadas de la ELP dedicadas al amor;
del II Congreso Europeo de Psicoanálisis (Bruselas, julio de 2013), cuyo título
a su vez es: “Después del Edipo. Diversidad de la práctica analítica en
Europa”; y del IX Congreso de la AMP: “Un real para el siglo XXI” (Paris, abril
de 2014).
El amor –señaló
Miquel Bassols- es siempre un nudo de tres: por un lado está lo imaginario de
la imagen narcisista del cuerpo, por otro, lo simbólico del Edipo, el falo y su
más allá; y, por último, lo real. La pregunta acerca de qué es el amor en lo
real –señaló-, insiste.
Hay una serie de lo imaginario a lo real que pasa por lo simbólico. Freud planteó que “uno vuelve siempre a sus primeros amores”. Lo dijo en “Tres ensayos de teoría sexual” (1905) y en “El interés por el psicoanálisis” (1913). En el primer artículo, señala que se elige siempre al objeto de amor según un rasgo fetichista de la infancia. En el segundo, plantea el carácter paradigmático e imborrable de las primeras vivencias.
Hay una serie de lo imaginario a lo real que pasa por lo simbólico. Freud planteó que “uno vuelve siempre a sus primeros amores”. Lo dijo en “Tres ensayos de teoría sexual” (1905) y en “El interés por el psicoanálisis” (1913). En el primer artículo, señala que se elige siempre al objeto de amor según un rasgo fetichista de la infancia. En el segundo, plantea el carácter paradigmático e imborrable de las primeras vivencias.
¿Cuáles
son los primeros amores? ¿Se trata de la imagen narcisista? Freud sitúa una versión
edípica que contamina siempre la elección del objeto amor. Es una versión
fálica, del orden del semblante.
Pero Miquel
Bassols situó a través de una comedia de Alphonse Allais, “Un drame bien
parisien” (1890) el malentendido del amor: en el momento que caen las máscaras
ni él es él ni ella es ella, lo que ilustra que no hay identidad de uno consigo
mismo. En el campo del goce, no hay ni simetría ni reciprocidad.
Cuando
se verifica que no hay relación sexual que pueda escribirse, se puede ir más
allá. Pero no es algo que se verifique de una vez por todas, para siempre. Es
algo a verificar siempre, cada vez.
El
próximo Congreso de la AMP tratará de la especifidad de lo real para el
psicoanálisis, en relación con lo real tal como lo abordan las ciencias de
nuestro tiempo. Se trata de la distinción entre el inconsciente real y lo real
de la ciencia, y su “hay saber en lo real”. Cuando anunció este próximo congreso, al finalizar el anterior en Buenos Aires,
J.-A. Miller planteó que la suposición de lo real es el último
velo a levantar, el último semblante fálico.
La
ciencia gana terreno sobre lo real reduciéndolo a señal, pero reduce ese mismo
real al mutismo, excluyendo a ese sujeto del inconsciente que se hacía
significar y que insistirá para hacerse reconocer.
El
sujeto contemporáneo no quiere saber nada de su división subjetiva frente al
goce. Hay una identidad del sujeto consigo mismo. Sin embargo, el yo designa al sujeto pero no lo
representa en relación con sus objetos de goce.
Miquel Bassols hizo referencia entonces a la
segunda coma del título de su conferencia: "El amor, más allá del Edipo, y lo real". Esta coma quiere decir que el amor no está más
allá de lo real. Más allá del Edipo, al amor le espera siempre lo real, el
desorden de lo real.
Entonces,
respecto a la frase “Uno vuelve siempre a los primeros amores”: imposible
volver a ese lugar porque lo real es lo que no tiene lugar. Lo real siempre
retorna al mismo lugar como desencuentro.
Dos no
harán nunca Uno –finalizó diciendo. El amor es un puente entre uno y otro en su
encuentro con lo real.
En su alocución como presidente, Antoni Vicens señaló que “el
inconsciente real es el cuerpo de los analistas. Éste es el real en juego en su formación. De ahí parte el nuevo amor del psicoanalista. Y en este nuevo amor está nuestra razón política”.
Para
finalizar, quiero desear al nuevo presidente de la ELP, a su directorio, y al nuevo consejo
de administración elegido por la asamblea, un buen trabajo. También agradecer a
nuestra anterior presidenta, Carmen Cuñat, y a los miembros del directorio y
del consejo salientes el suyo. Sin duda, todos y cada uno de ellos
encontrarán su manera de proseguir trabajando en favor del psicoanálisis y de la escuela.
Notas
1. Celebradas en A Coruña, el 10 y 11 de noviembre de 2012.
2. J.-A.
Miller: “Sobre fenómenos de amor y odio en psicoanálisis” (1992). En: Introducción
a la clínica lacaniana. Barcelona: RBA, colección ELP, 2006.
3. Éric
Laurent: “Du réel faire hazard”. En: Bulletin de l'ACF- Bordeaux, 1994.
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