Escribir sobre el objeto en el marco de esta Gran Conversación puede plantear de entrada un interrogante en tanto no hay ninguna flecha que lleve de La/Mujer al objeto en el cuadrángulo de la sexuación. Sin embargo, las dos elecciones de goce que constituyen las posiciones sexuadas son respuestas distintas a este “no hay” fundante del inconsciente, real solidario de un silencio estructural.
L/a Mujer, las mujeres y el silencio
Hablamos de La/Mujer. Que las mujeres guarden silencio no es algo obvio: ellas hablan, a veces demasiado.La mayoría de las tradiciones, fundadas en la creencia en la existencia del Otro y su regulación fálica, han desvalorizado su palabra o intentado acallarlas, reduciéndolas a un ser de objeto.Freud sin embargo decidió escucharlas y el psicoanálisis nació en ese encuentro con “los picos de oro de sus histéricas”.
Él situará una afinidad especial de las mujeres con el silencio de la vida pulsional. Y, también, un tabú de la feminidad que organizaba la relación con ellas en momentos que hacían presente la castración para el hombre.
Elegirá el término “degradación” para calificar la operación necesaria para situar alpartenaireen el lugar del objeto causa de deseo en el fantasma masculino –según Lacan, de aquellos que, siendo hombres o mujeres, se sitúan en el lado Hombre de las fórmulas. Hay ahí una modalidad de goce fálico pero también una defensa, según Freud, frente a la castración –pero podemos añadir (según el avance de Lacan más allá del falo), frente a la alteridad de un goce específicamente femenino que escribe S(A/), matema de un indecible.
Una intuición de Kafka
En 1917, Kafka introduce una variación en el pasaje de la Odiseadonde Ulises toma medidas para protegerse del canto fascinante de las sirenas y no perder el rumbo previsto.Homero narra que Ulises se hace amarrar al mástil/falo para evitarlo.Kafka escribe que Ulises hace como si tuviera que protegerse de la voz de las sirenas pero sabe que en realidad lo peligroso es su silencio.
¿Se puede intentar acallar a una mujer para tratar de eludir la alteridad de ese goce? ¿Puede ser que las propias mujeres a menudo hablen en exceso o callen para evitar experimentarlo?
L/a Mujer y el objeto
La clínica ilustra que lo que puede resultar más insoportable del lado Hombre no es la fantasía de un partenairedegradado sino el silencio vinculado a este goce femenino ilimitado -en especial cuando no se puede hacer de él enigma a descifrar lo que desemboca en ocasiones en un pasajeal acto. No es lo mismo entonces el silencio que acompaña al callarse que este silencio estructural.
Por otro lado, que alguien, hombre o mujer, ocupe ese lugar de objeto no quiere decir que se identifique o se reduzca a él. En tanto sujeto goza con su propio partenaire inconsciente: para quienes se sitúan del lado Mujer, el Otro del amor, sirviéndose o no de un relevo. De ahí, la importancia de las palabras de amor.
En la relación con de las mujeres con sus propias palabras, que dicen o que callan, podemos situar la pulsión oral cuyo circuito retorna sobre el sujeto. También encontramos el hacerse oír de la pulsión invocante que tiene la voz por objeto y cuyo circuito no retorna sobre el sujeto sino que se dirige al otro.
Me pregunto si más allá de su relación con esta última pulsión, la más cercana a la experiencia del inconsciente, se puede situar cierta proximidad entre la voz y el goce femenino en tanto ambos ponen en juego un indecible.
El goce femenino, goce del cuerpo, constituye el principio del régimen general del goce como tal, según aísla J.-A. Miller. Y Lacan señala una equivalencia entre ceñir el goce y “hacerlo chillar”, lo que hace presente el goce en la voz a la par que convoca una dimensión que no es la de la palabra sino la de la letra.
* Texto publicado en Scilicet 2022: La mujer no existe.Documento electrónico. Asociación Mundial de Psicoanálisis, pp. 52-53.
Notas:
1. Lacan, J., El Seminario, Libro XVII: El reverso del psicoanálisis,Buenos Aires, Paidós, 1992, p. 104.
2. Ver: Homero, Odisea,“Canto XII”, Madrid, Aguilar, 1987; y Kafka, F., “El silencio de las sirenas”, La muralla china,Madrid, Alianza Editorial. 1985.
3. Lacan, J., “El atolondradicho”,Otros escritos,Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 492.
4. Lacan, J., El Seminario, Libro XI: Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis,Barcelona, Paidós, 1987, p. 202.
5. Miller, J.-A., L’Un tout seul,curso de la Orientación lacaniana 2011, inédito. Clase del 2 de marzo de 2011.
6. Lacan, J., El Seminario, Libro 20: Aún,Buenos Aires, Paidós, 1975, p. 135.
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