viernes, 4 de noviembre de 2011

NOSALTRES, BEN MIRAT NO SOM MÉS QUE PARAULES. ENTREVISTA AL POETA MIQUEL MARTÍ I POL



“Nosotros, bien mirado no somos más que palabras”. 

Este primer verso del poema “Nosaltres, ben mirat”, de Miquel Marti i Pol, nos llevó a Mercè Rigo y a mí, en diciembre de 1998, hasta su casa de Roda de Ter (Girona) para hacerle una entrevista. Ambas estábamos muy interesadas por la interfaz entre psicoanálisis y poesía y, como psicoanalistas, las palabras de este primer verso no podían dejar de resonarnos.
El poema está incluido en su poemario “Paraules al vent”, de 1954, es decir, prácticamente contemporáneo del texto “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, de Jacques Lacan, escrito en 1953. Transcribo aquí, traducida, la entrevista que le hicimos y que se publicó en su momento en Cursor nº 65, el antiguo boletín de la que fue la Sección de Catalunya de la Escuela Europea de Psicoanálisis, ahora ELP.



El poeta es un visionario. Entrevista a Miquel Martí i Pol
por Margarita Álvarez y Mercè Rigo

Martí i Pol: ¿Quiénes sois? 
Cursor: Somos psicoanalistas, interesadas en la intersección entre poesía y psicoanálisis.
Martí i Pol: ¿Poesía y psicoanálisis? ¿Cómo se relacionan?Cursor: Ud. habla en su poesía de ideas que resuenan en nosotros, con el psicoanálisis, por ejemplo este verso tan interesante que dice: “Nosaltres ben mirat, no som més que paraules” … (sonríe).
Cursor: Nos gustaría que nos hablara de sus inicios poéticos. ¿Cómo encontró la poesía?
Martí i Pol: La poesía es una cosa innata en mí. Nunca me propuse ser poeta. Me di cuenta de mi aptitud a los 14 años. Pero la poesía no es una cosa que encuentro sino algo que tengo, aunque la he tenido que cultivar.
Cursor: ¿Cómo llegó a pensar que era poeta?
Martí i Pol: No tengo una identidad de ser poeta. Nunca me he considerado un poeta. Salvador Espriu decía que necesitamos años de aprendizaje. Yo siempre estoy aprendiendo. Si hubiera llegado a ser poeta, lo habría dejado. Siempre hemos de aspirar a más. Pere Quart me enviaba sus poemas para que le dijera lo que me parecían. Yo le preguntaba si estaba seguro de ellos y me decía que no, pero era él quien debía de opinar sobre lo que hacía.
Cursor: ¿El premio Ossa menor, que le otorgaron en 1953, influyó en su producción posterior?
Martí i Pol: Sí, mucho. Soy de un pueblo sin conexiones con la gran ciudad y el premio me permitió conocer gente. Me estimuló a escribir más.
Cursor: Ud. Ha escrito también prosa. ¿Cómo es para usted cada una de estas dos experiencias, escribir poesía y escribir prosa?
Martí i Pol: He escrito unos 35 libros, de los cuales 32 son de poesía. Luego hay un libro de cuentos, dos memorias, la correspondencia con Joan Vinyoli… La poesía la siento como innata, cuando hago poesía, el hombre que escribe y yo somos uno. Cuando escribo prosa, somos dos, como si tuviera otro yo al lado. Cuando hago prosa me he de esforzar y, cuando hago poesía, no.
Cursor: El proceso de deshumanización que conlleva el progreso de la ciencia, queda bien reflejado en su libro La fábrica, escrito en sus inicios, y que está referido al lugar donde había trabajado. ¿Qué piensa en la actualidad de ello?
Martí i Pol: Por un lado hago una crítica. Ya tengo setenta años y he vivido en una época en que no había televisión, no había coches… siempre queda cierta nostalgia… Podría vivir sin todo eso. Por un lado, es bueno, pero crea necesidades artificiales. Contra el progreso no se puede ir. El mundo va hacia delante, los medios de comunicación… Me gustaría reunir ambas cosas, que fuéramos capaces de asumirlo sin renunciar a nuestra exigencia íntima, a nuestra manera de ser. Hay demasiados estímulos de fuera y un exceso de información que no puedes digerir.
Cursor: En sus inicios había hecho poemas para obras teatrales y colaboraciones con compañías de teatro independiente. ¿Qué piensa de la poesía social?
Martí i Pol: Tenía una vivencia religiosa muy intensa. Pero a los 18 o 19 años tuve una crisis religiosa que arrastré durante muchos años. Dejé de ser creyente del todo. Por mi manera de ser, no me gustan las medias tintas. Entonces comencé la época de la poesía social. Eran los años 60-70. Tenía treinta y pico años. He vivido tres épocas: la primera vinculada a lo religioso, la segunda con una proyección social y, la tercera, de cierta reclusión interior y, por tanto, más íntima.
Cursor: ¿Hasta que punto la represión política y la clandestinidad marcaron su poesía?
Martí i Pol: Pienso que sí. Había un movimiento europeo que me dio a conocer el mundo de Europa y una represión franquista, contra la que se había de luchar.
Cursor: Clásicamente se ha hecho una división de la poesía o bien dando prioridad a la inspiración o poniendo el acento sobre la composición intelectual deliberada. ¿Qué pesa más en su proceso creativo?
Miquel Martí i Pol: Hay ambas cosas. Hay una manera de ver las cosas que engendra el poeta. Se le puede llamar inspiración, observación… pero se ha de complementar con un trabajo intelectual: analizar, leer mucho, escuchar mucho… No se pueden separar.
Cursor: El psicoanálisis se ha interesado clásicamente por la poesía como manera de abordar lo desconocido o como revelación de la subjetividad. Freud dijo que aquello a lo que el psicoanálisis o la ciencia no pudieran responder había que preguntárselo a los poetas (ríe). Posteriormente Lacan dijo que la creación poética más que reflejar la realidad psicológica, la engendra. ¿Qué opina de ello?
Martí i Pol: La poesía es una dimensión del lenguaje distinta a cualquier otra. Hay una especie de asunción del inconsciente que hace que el poeta sea un visionario. Alguien dijo que al principio de cualquier revolución, siempre hay un poeta. El poeta prevé futuros sin fijarlos. La poesía pregunta, sugiere, no afirma nunca. Posibilita la reflexión y va más allá de lo común.
Cursor: Se dice que cada poeta rehace con la métrica tradicional un ritmo interior, una cadencia íntima (otra métrica con sus leyes particulares). Sus poemas han sido traducidos, cantados... ¿Cree que su voz, la voz del poeta, sobrevive a través de estas retranscripciones, de las interpretaciones que hacen otros autores de su obra?
Martí i Pol: Siempre las he considerado algo diferente de mi poesía. Desde el momento que Lluís Llach puso música a un poema mío, ya no es mío. Es una canción de Llach y me gusta más o menos como canción, pero siempre dejando a un lado mi poesía.
Cursor: Se ha hablado de la imposibilidad de traducir la poesía, incluso dentro de la misma lengua. Con frecuencia los traductores de poesía son poetas que crean otro poema. Pensamos que estas transposiciones que hacen los traductores pueden tener efectos sobre el autor en relación a la percepción de su propia obra. ¿Cómo es su experiencia al respecto?
Martí i Pol: Yo he traducido a poetas franceses. Es una tarea muy difícil, es como poner música a algo. Conservar la esencia es muy difícil por no decir imposible. Cuesta mucho dar a la obra la esencia del original. El resultado de las traducciones que se han hecho de mi obra siempre me ha resultado muy lejano. Cuando se ha traducido a una lengua que conozco, como el francés, siempre pienso que yo lo habría hecho distinto. Es muy difícil que el otro lo vea como yo.
En Frankfurt, un amigo que me tradujo al alemán, cada Primero de mayo recitaba poemas míos por la radio. Me lo grabaron, sonaba muy bien con la música. Sabía lo que era pero no lo entendía.
Cursor: Cuando escribe “Nosaltres, ben mirat no som més que paraules…” o “El tiempo no es más que un gran bosque de palabras…” parece postular que la palabra, más que un instrumento de comunicación es una morada.
Martí i Pol:  Este primer poema tiene muchos años. El lenguaje me ha servido para comunicarme. Yo creo en la comunicación. Si no puedo hablar, no soy nadie. Me paso el día hablando solo, no ahora, sino de toda la vida. Por eso tengo tanta confianza en las palabras. Si no vivimos con las palabras, no somos nadie.
Cursor: La utilización de nuevos recursos técnicos (televisión, cine, ordenadores, Internet…), afecta tanto a la transmisión y recepción de los poemas como a los medios para componerlos. ¿Cómo ve esta relación entre la técnica y al poesía?
Martí i Pol: “No se puede abandonar la palabra como soporte esencial. La poesía oral estará siempre. Con la técnica moderna se abren caminos nuevos, pero no dejaremos de lado los caminos antiguos, los de siempre.
Cursor: Después de que muchos críticos diagnosticaran que en los últimos cincuenta años el campo literario había sido invadido por la novela y que la poesía estaba agonizando, asistimos a un resurgir del interés por el mundo poético. ¿Qué piensa de esto?
Martí i Pol: Mi experiencia personal es que se producen olas. Hay momentos álgidos y después el interés se acaba. Pero, mientras haya sensibilidad, habrá poesía, si no, ya podemos irnos.
Cursor: ¿Qué es para usted la poesía?
Martí i Pol: La poesía es mi vida. Cuando escribo poesía, como dije antes, me siento uno. Tener este mundo poético, ha sido un recurso importante. Por ejemplo, a los 19 años pasé una tuberculosis pulmonar y sin este recurso me hubiera sentido mucho más abandonado. También me ha sido muy útil para llevar esta enfermedad que tengo desde hace 30 años, la esclerosis múltiple. Pero no he sentido la poesía solo como un recurso, para mí, es mi vida.

Al leer esta entrevista de 1998, trece años más tarde, no puedo evitar pensar en las cosas que no le pregunté, en las preguntas que ahora le haría. El paso del tiempo siempre nos confronta con lo que no pudo ser y con lo que no será. Miquel Martí i Pol murió hace ahora casi ocho años, el 11 de noviembre de 2003. Pero las preguntas siempre son propias y una tiene la responsabilidad de encontrarles una respuesta. 
Queda lo que aquel día él dijo y lo que nosotras pudimos escribir de lo que él dijo, así como el privilegio de encontrar al buen hombre y al gran poeta.
A continuación, transcribo el poema: “Nosaltres, ben mirat”, y más abajo, la traducción al castellano. Pero los que quieran evitar el sentimiento de no entenderlo todo y refugiarse en la lengua conocida, que no olviden las palabras del poeta. Hay una extranjeridad ineliminable en la relación con la lengua, con el otro, e incluso con uno mismo, eso que los psicoanalistas llamamos inconsciente, y quien quiera hacerse la ilusión de que leyendo la traducción entiende mejor el poema, recuerde que está leyendo "otro" poema. La extranjeridad de la lengua desaparece pero da paso a un poema extranjero, otro.
No creamos que algo de esto no ocurre si lo leemos en la lengua en que fue escrito, incluso quizás nos pasa más desapercibido que la resonancia de las palabras de la lengua es distinta para cada uno y que nunca podemos leer bien el poema del otro, ni siquiera, siendo radicales, el propio poema -aunque un psicoanálisis ayuda a hacerlo. No podemos eliminar el sentimiento de extranjeridad de nuestras vidas, nuestra condición de exiliados permanentes de la lengua y de nosotros mismos.




"Nosaltres, ben mirat" (De: Paraules al vent, 1954)
Nosaltres, ben mirat, no som més que paraules
Ordenades, si voleu, amb aliva arquitectura
contra el vent i la llum,

contra els cataclismes,
en fi, contra els fenòmens externs
i les internes rutes angoixoses.
Ens nodrim de paraules
i, algunes vegades, habitem en elles:
així en els mots elementals de la infantesa,
o en les acurades oracions
dedicades a lloar l’eterna bellesa femenina,
o, encara, en les darreres frases
del discurs de la vida.
Tot, si ho mireu bé, convergeix en nosaltres
perquè ho anem assimilant,
perquè ho puguem convertir en paraules
i perduri en el temps,
el temps que no és res més
que un gran bosc de paraules.
I nosaltres som els pobladors d’aquest bosc.
I més d’un cop ens hem reconegut
en alguna antiquíssima soca,
com la reproducció estrafeta
d’una pintura antiga,
i hem restat indecisos
com aquell que desconeix la ciutat que visita.
Però la nostra missió és parlar.
Donar llum de paraula
a les coses inconcretes.
Elevar-les a la llum amb els braços de l’expressió
viva
perquè triomfem en elles.
Tot això, és clar, sense viure massa prop de les coses.
Ningú no podrà negar que la tasca és feixuga.




Nosotros, bien mirado
Nosotros, bien mirado, no somos más que palabras,
si queréis, ordenadas con altiva arquitectura
contra el viento y la luz,
contra los cataclismos,
en fin, contra los fenómenos externos
y las internas rutas angustiosas.
Nos nutrimos de palabras
y, algunas veces, habitamos en ellas:
así en los vocablos elementales de la infancia,
o en las esmeradas oraciones
dedicadas a loar la eterna belleza femenina,
o, todavía, en las últimas frases
del discurso de la vida.
Todo, si lo miráis bien, converge en nosotros
para que lo vayamos asimilando,
para que lo podamos convertir en palabras
y perdure en el tiempo,
el tiempo que no es más
que un gran bosque de palabras.
Y nosotros somos los pobladores de este bosque.
Y más de una vez nos hemos reconocido
en algún antiquísimo tronco,
como la reproducción simulada
de una pintura antigua,
y hemos permanecido indecisos
como aquel que desconoce la ciudad que visita.
Pero nuestra misión es hablar.
Dar luz de palabra
a las cosas inconcretas.
Elevarlas a la luz con los brazos de la expresión viva
para que triunfemos en ellas.
Todo esto, claro está, sin vivir demasiado cerca de las cosas.
Nadie podrá negar que la tarea es abrumadora.

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